Por: Dr. Jorge de León Rivera, Cronista del danzón
Extracto del Boletín Danzón Club No. 165 (Noviembre, 2023)
“Almendares”, el Primer Danzón
El título de este opúsculo podría incoarme un proceso por herejía, ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición Apostólica contra la herética pravedad y apostasía, llevarme al tormento del potro y finalmente al quemadero que estaba cerca del templo de San Hipólito a un costado de la Alameda Central.
Me acojo a la duda metódica de René Descartes y va, que va…
En uno de mis viajes a Cuba, deambulando por calle Obispo, una de las más famosas y transitadas de La Habana, me introduje en lo que en México conocemos como librería de viejo o de ocasión, pregunté al encargado si tenía alguna publicación interesante sobre el tema musical, respondió que sí, y me mostró una edición príncipe, conteniendo las partituras de cuarenta danzas de Ignacio Cervantes y un danzón, además anotada, revisada y fraseada por Gisela Hernández y Olga de Blanck, el libro está enriquecido con notas de María Cervantes, hija de Don Ignacio, pianista y compositora de relieve a quien debe Cuba el conocimiento directo de la tradición del arte de su padre, y una biografía laudatoria que Orlando Martínez tituló “Órbita y creación”.
A manera de prólogo, Gisela Hernández y Olga de Blanck, explican el motivo de su trabajo:
“NUESTRO PROPÓSITO al hacer esta edición completa de las Danzas para piano de Ignacio Cervantes, ha sido el de salvar para el futuro y poner en manos del presente, parte del más importante legado de la música cubana del siglo XIX, el cual lo constituyen, sin duda alguna, las Contradanzas para piano de Manuel Saumell, ya publicadas por Ediciones Lyceum (1954), y las Danzas de Cervantes.
Las Contradanzas de Saumell representan el epilogo del clasicismo musical criollo, y las Danzas de Cervantes, la plenitud del criollismo romántico en nuestra música. Ambos géneros son la síntesis de la música cubana del siglo XIX y el punto de partida de toda la música cubana del XX.
La Danza cubana, que procede de la Contradanza, fué originalmente un género bailable. Al ser sustituida por el Danzón en el último cuarto del siglo XIX, y no estando ya subordinada al baile, comienza a evolucionar como forma independiente para convertirse en un género instrumental puro. Este cambio de función operado en la Danza cubana se evidencia en las últimas Danzas de Cervantes, en las cuales la elaboración más estilizada, los nuevos recursos expresivos y el enriquecimiento pianístico hacen de esta breve forma el arquetipo de la música cubana finisecular."
¿Quién fue Ignacio Cervantes?
Tomemos de Orlando Martínez una mini biografía, el título de este resumen en “Órbita y creación”.
“El origen de la familia Cervantes en nuestro país se remonta al siglo XVII. Leonel Cervantes Carvajal, Obispo de Santiago de Cuba, vino de México con su sobrino Cristóbal Cervantes, padre de José Cervantes, el cual se casó en La Habana e inició la familia cubana de ese apellido.
Don Pedro Cervantes era un "dilettante" de buen gusto y excelente formación, que amaba con preferencia a Beethoven. A la hora de crear un hogar seleccionó con cuidado, casándose con María Soledad Kawanagh, hija única del barón alemán Carlos Kawanagh y de la dama camagüeyana María Regla Fernández de Castrillón. Esta última, al perecer el barón en un naufragio, en Europa, contrajo segundas nupcias con Gabriel Ramírez, de quien tuvo varios hijos, entre ellos el famoso crítico musical habanero Serfin Ramírez.
Soledad Kawanagh y Don Pedro Cervantes vieron aumentada la dicha de su hogar al nacerles el 31 de julio de 1847, en la calle de Águila entre las de Virtudes y Amistad, en La Habana, un hijo al que pusieron por nombre Ignacio María. Fué bautizado el 3 de octubre del mismo año, en la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe; Juan Antonio Barinaga y María Regla Fernández de Castrillón fueron los padrinos. Aquel fué un año de especial significación en el país, pues el "separatismo" y el "anexionismo" entraron en acción en Cuba.
El hijo de Don Pedro Cervantes se crió en un ambiente de refinamiento, y muy pronto comenzó a demostrar su interés en el piano. De su padre recibió los primeros conocimientos de ese instrumento, y los de la teoría de la música y el solfeo. Para él no se habían hecho los juegos infantiles, y las horas le parecían cortas para su constancia en los estudios musicales. Pero Don Pedro era un hombre abrumado de trabajo, y decidió confiar la educación artística de su único hijo a Juan Miguel Joval, pedagogo de reputación excelente, con quien el niño hizo progresos notables.
El célebre pianista y compositor norteamericano Louis Moreau Gottschalk, muy vinculado a Cuba y su música, visitó La Habana por vez primera en 1854 y tuvo oportunidad de escuchar en el piano al pequeño Cervantes, quien contaba entonces seis años y medio de edad y ya tocaba el "tres", especie de guitarra cubana de tres pares de cuerdas. Gottschalk recibió una enorme sorpresa al oír a aquel niño, e insistió ante Don Pedro y su esposa para que le dedicaran al arte musical, augurándole un brillante porvenir.
Tres años después, en 1857, contando diez de edad, el futuro autor de la "Serenata Cubana" ideó su primera página: la contradanza "La Solitaria'' (hoy titulada "Soledad" por María Cervantes, la hija del compositor, en aras de la corrección histórica y del buen gusto), la cual dedicó a su queridísima madre, Soledad Kawanagh. La obra revela la genialidad del autor, por la agilidad y elegancia del giro melódico.
En 1859 pasó Cervantes a estudiar con Nicolás Ruiz Espadero, pianista y compositor de renombre en Europa, quien le hizo vencer los estudios de Clementi, Moscheles, Cramer, Kalbrenner, Henselt, Alkan y Dussek, y le familiarizó con Bach, Mozart, Beethoven, Weber, Hummel, Schumaan, Chopin, Mendelssohn, Liszt y otros autores. Cinco años estudió Cervantes con Espadero, y a éste debió la base de su formidable arte pianístico y de su cultura musical. Seguramente por aquellos días el pequeño Cervantes presenció los dos acontecimientos más sensacionales de la época: la coronación de la poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, en el Teatro "Tacón", en enero de 1860, y el famoso festival de Gottschalk, al mes siguiente, en el propio teatro, con seiscientos músicos y un coro de más de cien voces.”
El poeta Pichardo, dentro de una costumbre de la época, improvisó unos versos en honor del compositor, que concluyen de esta manera:
De tus cantos, el tesoro
guardará nuestra memoria,
pentágrama de tu gloria
escrito en notas de oro.
Disponga el cielo que, en coro,
llegue a regiones distantes,
y podamos, arrogantes,
decir a la gente extraña:
Si un Cervantes tuvo España,
¡Cuba tuvo otro Cervantes!...
Continuará…
Nota del editor (Ing. Javier Rivera): En el siguiente enlace está el danzón ALMENDARES aproximadamente en el minuto 58. Chéquenlo!
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