Por Luis Pérez “Simpson”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 35 (Enero, 2013)
En
múltiples ocasiones he oído charlas sobre el exhibicionismo dentro del medio
danzonero y baile de salón, es decir “fulanito y fulanita son exhibicionistas”,
“solo quieren impactar o hacerse notar” etc., otras veces se escucha lo mismo
pero utilizando el término “Lucimiento personal” y en realidad es más que
evidente la identificación de tal o cuál pareja que practican esta forma de
expresión dancística.
El término
“Exhibicionismo” aplicado al baile de salón de primera instancia lo entendemos,
o bien sabemos de que se trata, pero, si nos remitimos a su significado veremos
que tiene dos acepciones y en su aplicación podríamos caer en un error de
sintaxis ya que según el Diccionario Manual de la Lengua Española nos dice lo
siguiente:
Por una
parte, exhibicionismo se define como una “Tendencia
patológica a mostrar los propios órganos genitales en público” y la otra
nos dice que se trata de un “Deseo
persistente y excesivo de exhibirse”.
Obviamente,
la aplicación en el medio danzonero es definitivamente la segunda acepción
relacionada al Afán de
exhibirse.
Ahora bien, consideremos que exhibicionismo es el Afán de exhibirse
y que de una manera simple consiste en hacer resaltar algún rasgo de su
carácter, de su físico o de su manera de actuar en una pista de baile,
privilegiándolo sobre los demás, como si fuera este rasgo su “carta de presentación”, pero, esto no
quiere decir que ese rasgo privilegiado pase a ser el sustituto de toda la
unidad, sino más bien se ha percibido el hecho de exhibirse un valor de privilegio sobre otros.
La conducta exhibicionista tiende sin
lugar a dudas a inflar el ego de quien la realiza y tiene el propósito de impactar
a las personas a quien se exhibe. Existen en nuestro medio exhibicionistas que hacen de su
comportamiento un estilo de vida, en cambio otros lo efectúan de forma
ocasional, estos últimos, suelen tener más tiento a la hora de elegir los
momentos de exhibicionismo y las personas con quien lo realizan.
De lo anterior expuesto, me pregunto ¿Cuál es
la finalidad de querer ser el foco de atención en un baile? ¿Tratar de decir
que yo estoy por encima de los demás?
Muchos danzoneros tienen la idea falsa que el danzón es competencia cuando en realidad y en
esencia es convivencia.
Los
exhibicionistas por lo general no van a
bailar, más bien van a que los vean bailar utilizando múltiples recursos
como el vestuario, poses
estereotipadas, figuras acrobáticas, etc.
Quien no
ha sido testigo de presenciar en una pista de baile la clásica y trillada
figura donde el hombre o la mujer se pone en cuclillas estirando una pierna
mientras la pareja lo va girando, la misma figura acrobática que realizó Resortes en la película “Baile mi rey” que por cierto no es de
la invención de este extraordinario bailarín, ya antes otros bailarines la
plasmaron en la cinematografía.
Otra de
las clásicas posturas de los exhibicionistas es cuando el caballero en actitud “docta” baila con dos o tres damas a la
vez haciendo creer a la gente que está realizando un verdadero prodigio
dancístico, aparte de sentirse “el papá de los pollitos”. Desgraciadamente
estos “acróbatas de salón” denigran al espíritu del danzón y lo peor que
existan damas “danzoneras” que se prestan para dicho numerito.
Hay
parejas que en su afán sistemático de exhibicionismo recorren todos los puntos
cardinales de la pista para que nadie de los asistentes se quede sin el
“privilegio” de verlos.
En otras
ocasiones me ha tocado ver a grupos que al oír la ejecución del danzón que han
estado practicando para su coreografía teatral, se empeñan a ejecutarlo en
plena pista como si se tratara del mismo foro teatral al que están ilusamente
acostumbrados y lo peor es que en algunos casos prácticamente “quitan” a las
otras parejas para darse espacio, o de plano suspenden el baile para que los
asistentes observen su “numerito”.
Ejemplos
de exhibicionismo en el danzón hay muchos tanto como formas de evitar ser
infectado por este mal endémico y lo llamo endémico en el sentido figurado de
ser “un hecho negativo que se repite frecuentemente y está muy extendido”
El origen
del problema de este mal endémico en el
danzón es la imitación, la vanidad y sobretodo el desconocimiento de su esencia y propósito.
En cambio
he visto a verdaderos maestros de baile que en plena pista bailan y se
comportan a la altura y sin pretender ni buscar el exhibicionismo, bailan el danzón con verdadera alegría gozando del
momento porque bien saben que se trata de un baile lúdico no de una exhibición
tipo espectáculo teatral o de un concurso.
De las
famosas coreografías rutinarias grupales de teatro no vale la pena dedicarle
espacio, ya que todas tienen como propósito principal el exhibicionismo y la
competencia, pero tratándose de un espectáculo teatral pudiera ser válido,
claro, con sus respectivas reservas.
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