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jueves, 11 de abril de 2024

LA IMPORTANCIA DE LA SERENATA DOMINICAL DE LA BANDA MUNICIPAL DEL ESTADO DE QUERÉTARO. (*) Parte IV.

 Por Enrique Guerrero  “Aspirante Eterno”

 Extracto del Boletín Danzón Club No. 34 (Diciembre, 2012)

MARCO TEÓRICO

 Bandas del Centro, Sur y otras regiones

     Existen instrumentos de viento de metal en el estado de Oaxaca que datan de 1850. El repertorio de las bandas de Morelos, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Michoacán cubrían gusto, son, piezas y marchas fúnebres, Danzón, vals, corrido, pasos dobles, marchas, rancheras, y alabanzas La banda de viento que toca jaranas yucatecas usa los siguientes instrumentos: clarinete, saxofón tenor, saxofón barítono, trompeta, trombón, timbal, tambor redoblante, bombo, platillos, güiro. La banda de viento oaxaqueña utiliza gran cantidad de saxofones y clarinetes, menor cantidad de trompetas y trombones de vara, y el bombo y los platillos se tocan aparte. Una de las bandas más antiguas registradas en México es la Banda Tlayacapan del estado de Morelos que fue fundada aproximadamente en 1870, siendo una de las primeras en interpretar la danza del Chinelo. El tamborazo zacatecano no utiliza tuba, siendo la tambora el instrumento que lleva el tono bajo. En Zacatecas también se toca banda estilo sinaloense.  

     Para el etnomusicólogo Alfonso Muñoz Güemes, la desaparición de bandas que se ha dado en esta época, se convierte en la carencia de un servicio muy importante dentro de una comunidad tradicional, pues este hecho empobrece el festejo mediante el cual se mide el prestigio de un pueblo. De acuerdo con los etnomusicólogos José Antonio Ochoa Cabrera y Muñoz Güemes, la importancia de esas agrupaciones musicales en las comunidades, sobre todo indígenas, radica en ser un servicio a las personas cuya tarea es deleitar en los festejos religiosos, familiares y cívicos para provocar de esa forma la comunión humana, y en algunos casos -los del ritual- la sobrenatural. En las bodas la banda incita a la alegría y al baile; en los velorios se cree que el sonido del trombón guía el alma al reino de los cielos; en la guerra, la música infunde valor y espanta al enemigo. Además, estas agrupaciones musicales son -explica Muñoz- una forma de resistencia del México profundo descrito por Guillermo Bonfil Batalla, que adaptó las condiciones y novedades de la Colonia para forjar una manifestación propia que ha soportado los embates del capitalismo, del pretendido desarrollo estabilizador y recientemente de la globalización. Muñoz señala que rotos los niveles de organización social prehispánicos por el proceso de colonización, las comunidades encontraron mecanismos de reintegración en los aspectos económico, productivo, cultural y religioso. Los pueblos colonizados adaptaron los instrumentos que los europeos traían consigo, trompetas, clarines, algunos tipos de tambor, violín, arpa y la guitarra sexta; los tres primeros son básicos en la conformación de una banda, los otros se adaptaron a los sones jarocho y huasteco- a sus peculiares formas de expresión. El proceso de evangelización por medio de la música fue uno de los elementos que arraigó con más fuerza la adaptación de los estilos europeos al mestizaje y sus expresiones culturales. En palabras de Muñoz, muchas festividades católicas reflejan o sustituyen buena parte de los rituales y sacrificios de los aztecas.

     De este ímpetu nacieron las llamadas escoletas, lugares en los que se enseñaba a los niños desde temprana edad a leer la notación musical y ejecutarla; muchos infantes aprendían primero a leer música antes que textos. Hoy, muchos músicos no saben leer ni escribir letras, pero son grande alfabetas musicales. En las escoletas también se realizaban los ensayos y se guardaban los instrumentos, y era común encontrar en un rincón de las bodegas a Santa Cecilia, patrona de los músicos. Ochoa Cabrera considera que algunas bandas de viento han logrado sobrevivir gracias a su estructura interna, en la que predominan las relaciones de parentesco y compadrazgo mediante las cuales se hereda la tradición musical. Es frecuente encontrar agrupaciones de ese tipo integradas por hermanos, primos, ahijados, tíos y compadres. Muchas bandas locales encontraron cabida en las cantinas y los prostíbulos, donde se festejaba la vida marginal. Ahí, comenta el etnomusicólogo, es donde se contagiaron de ritmos cubanos: danzas habaneras y danzones. La organización de cargos político-religiosos predominantes en las comunidades tradicionales, de los cuales se deriva la mayordomía que tiene a su cargo la organización de las festividades, también ha sido factor importante en la preservación de las bandas. Además, estas agrupaciones cuentan con una mesa directiva cuyo presidente debe mostrar honradez, buen comportamiento, ser justo y no ambicioso; saber leer y hacer cuentas, y no ser ebrio ni mujeriego, entre otras características. Sin embargo, las secuelas de lo que la Revolución no resolvió se hicieron presentes a mediados del siglo pasado, cuando el descuido del campo en las políticas de Estado se hizo patente.

 

(*) Por lo extenso de este importante trabajo de investigación, se presentará en varios capítulos.

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