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martes, 16 de abril de 2024

LOS FAMOSOS MARATONES DE BAILE

 Por Luis Pérez “Simpson”

Extracto del Boletín Danzón Club No. 170 (Abril, 2024)

La historia del baile de salón es apasionante y llena de bellos episodios, sin embargo, tiene sus “bemoles” y no todo es “miel sobre Hojuelas”. Una de esas páginas amargas la podremos situar en lo que fueron esos concursos enfermizos llamados “Maratones de Baile”.

Estas “suicidas” competencias surgieron a principios de la década de 1920 en los EEUU, justo en la época de la Gran Depresión y, cabe decir que estos Maratones de Baile se consideraron como una actividad profundamente estadounidense, aunque también se propagó a otros países.

El origen de estos maratones de baile se lo debemos a una mujer intrépida, vegetariana e instructora de baile, Alma Cummings quién en la ciudad de Nueva York decidió aventurarse a romper un récord mundial de baile continuo. Fue justamente el 31 de marzo de 1923 a las siete de la noche bailando fox-trot y vals durante veintisiete horas seguidas y utilizando seis parejas masculinas que terminaron en el total agotamiento. Durante estas veintisiete horas de baile continuo y para mantener sus energías tomó bocadillos de fruta, nueces y cerveza para hidratarse.

Alma Cummings, después de su hazaña mostrando los agujeros en sus zapatos.

Esta hazaña femenina dio por resultado que muchas mujeres y hombres tuvieran la tentación de romper el famoso récord de Alma Cummings, tan solo bastaron tres semanas para que su récord fuera batido en nueve ocasiones.

Toda esta moda de récords provocó una obsesiva tendencia en toda la unión americana, fenómeno que aprovecharon sagaces promotores para organizar los famosos Maratones de Baile, tanto en ciudades grandes, como en pequeñas poblaciones, pero, ahora sí, ofreciendo generosas cantidades de dólares a la pareja ganadora.

Aquí podemos ver el surgimiento de una industria bastante rentable que se alimentaba de la miseria de las clases menos favorecidas.

Las reglas de competición en estos Maratones de Baile variaban mucho, aunque había algunas que eran inamovibles como el no poder dormirse, sin embargo, en algunos maratones se permitían 15 minutos de descanso por cada hora de baile siempre y cuando su pareja siguiera moviéndose en la pista ya que si se detenía quedaba automáticamente descalificado del concurso. El hecho de tocar el piso con las rodillas era motivo para descalificación. Los concursantes solo podían abandonar la pista por motivos médicos o higiénicos o cambio de ropa, siempre y cuando su pareja continuara en la pista “bailando” (realmente ya no era baile sino movimientos oscilatorios debidos al desgaste físico).

En algunas de estas competiciones, los concursantes tenían que firmar un contrato donde se exoneraba a los promotores de cualquier desgracia. En algunos casos a los concursantes se les hacía una pequeña evaluación médica antes de ser admitidos en el concurso.

Otro aspecto estresante para los concursantes era el hecho de que había vigilantes en la pista para evitar que los competidores hicieran trampa como el tocar con las rodillas el piso.

Al final de cuentas solo había una regla a seguir, permanecer de pie junto a su pareja.

Los escenarios de estos Maratones de Baile se celebraban en salones de baile, estadios, en arenas, teatros, cines, salones de actos e incluso algunos al aire libre.

Cabe destacar que hasta llegaron a efectuarse en el famoso pabellón del Madison Square Garden de Nueva York, donde el 10 de junio de 1928 se realizó el maratón de baile más famosos de la década con la participación de 132 parejas y cuyo premio a la pareja ganadora fue de 5000 dólares, a diferencia de lo común en estas competencias donde el premio fluctuaba entre los 1000 y 1500 dólares.

Por lo regular existía un área donde había camas y enfermeras y médico, ya sea para los que se desmayaban o para descansar los 10 o 15 minutos que se les permitía por cada hora de baile, de no levantarse en ese lapso quedaba descalificado. Esta sección era de las preferidas del público, pero en realidad la pista se convertía en una sala de emergencia.

Si acaso los concursantes por decir algo, “bailaban” en ritmo y forma las primeras 10 horas, las demás simplemente oscilaban cambiando su peso y sosteniendo a su pareja para evitar el contacto de sus rodillas con el piso, lo que era una trágica caída descalificadora, todo esto producto de una agotadora fatiga.

Lo atractivo para los espectadores de este cruel espectáculo, era ver caer a las parejas o deleitarse en observar los esfuerzos sobrehumanos por mantener en pie a la pareja. Claro, los espectadores obtenían un entretenimiento barato, la entrada costaba entre 25 y 50 centavos “disfrutando” ver como otros la pasaban realmente mal. No cabe duda que eran los “reality shows” de aquellos tiempos. No es exageración, pero, en los momentos álgidos de la competencia cuando quedaban pocas parejas esto se convertía en un real “baile de zombies” sin maquillaje ni disfraces. Sería difícil saber que daba más terror, los bailarines casi en estado de coma o las siniestras enfermeras que trataban de reanimarlos.

Escenas comunes en estos Maratones de baile

Imagínense, los “suicidas” participantes, comían, se afeitaban, se cepillaban los dientes, etc. en una barra alta mientras mantenían los pies en movimiento o en otras ocasiones lo tenían que hacer junto a la pareja bailando.

Por si fuera poco, dentro de la barbarie de esta competencia, se realizaban otras pruebas adicionales para los competidores por ejemplo el “Derby” que consistía en crearles una pista donde las parejas tenían que correr, obviamente en esta prueba se desvanecían no pocas parejas, claro, esto era un “plus” para los morbosos espectadores que asistían para verlos sufrir y a ver cuándo se iban a caer.

Por lo que ven, a los promotores no les importaban los daños cerebrales irreparables por la falta de sueño aunado al cansancio. Se dio un caso de sicosis cuando una participante intentó quitarse la vida.

Cualquier semejanza con “Los Juegos del Hambre” es pura coincidencia.

Lo más trágico no podía esperar, ya en las últimas horas de la competencia, los participantes se desmayaban de agotamiento, algunos ya no despertaron como Homer Morehouse, joven de 27 años de Nueva York, quién murió de insuficiencia cardíaca en 1923 después de bailar durante 87 horas seguidas.

Este hecho y la entrada de EEUU a la segunda guerra mundial fue el inicio de que estos Maratones de Baile fueran desapareciendo lentamente en este país hasta su prohibición definitiva.

Ahora se preguntarán cual fue el mayor récord registrado en estos Maratones de Baile, pues bien, aunque usted no lo crea, el máximo récord lo logró una pareja formada por DeVilliers y Kuczynski oriundos de Mineápolis Massachusetts en 1933 contabilizando 3780 horas de baile, es decir 5 meses obteniendo un premio de 1000 dólares. tan orgulloso su récord, DeVilliers diseño su lapida que decía: “Campeón del mundo de maratón. 3780 horas de funcionamiento continuo”.

Después de toda esta reseña y sus récords, una pregunta obligada:

¿Cuánto tiempo podrías estar bailando sin parar?

Para los interesados en el tema, hay una película imperdible titulada “They Shoot Horses, ¿Don’t they?”, dirigida por Sydney Pollack y protagonizada por Jane Fonda, donde ejemplifica de manera magistral y con lujo de detalles lo que sucedía en los Maratones de Baile de EEUU. La versión de esta cinta en español se titula “Danzad, danzad, malditos”.

Finalmente, cabe señalar que también en España adoptaron la moda estadounidense de los Maratones de Baile, principalmente en las ciudades de Madrid y Barcelona. Por supuesto, México no se quedó atrás, también se realizaron Maratones de Baile, claro, con reglas no tan rígidas, pero, en 1933 se prohibieron.

A propósito, hay una película mexicana titulada “Maratón de baile” (1958), dirigida por René Cardona y protagonizada por Ninón Sevilla y Luis Aguilar

El cine Real Cinema ubicado en la esquina de las calles de Colón y Balderas en la CDMX a finales de los años cincuenta. La marquesina anunciaba la película “Maratón de Baile” estelarizada por Luis Aguilar y Ninón Sevilla, siendo estrenada en 1958.

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INSCRIPCION A LA ASOCIACION MEXICANA DE DANZONERO

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