Por. Enrique Guerero R.
“Aspirante Eterno” Abril del 2012
Extracto del Boletín Danzón Club No. 27 (Mayo, 2012)
Felices Pascuas para los danzoneros de corazón
Han pasado dos semanas de retiro, lejos del torbellino que envuelve mi
vida actualmente, el Danzón, ya que la costumbre en nuestro país, dice que es
tiempo de reflexión y de recogimiento, no importando la creencia o religión
profesada, y no está nada mal en hacer una alto en nuestro devenir, para romper
con la rutina del diario transcurrir, y redefinir el rumbo de nuestro camino.
Debido a mi estatus económico, en que por lo menos ya tengo segura la comida de
todos los días con el pago de la limitada pensión mi única preocupación es la
de pensar en donde, cuando y de qué forma nos presentaremos a cumplir con el
ritual de bailar Danzón durante varios días de la semana, aspecto que colma mis
aspiraciones actuales, ya lejos de las necesidades de realización
personal, de obtener el éxito
profesional, de elaborar planes a corto, mediano y largo plazo de hace todavía
algunos pocos años atrás.
Básteme recordar cómo fue mi vida antes de ser danzonero, aún después de
haberme retirado del ejercicio de la profesión de Ingeniero Químico, continuaba
con el ánimo de realizar una serie de planes de trabajos, estos me revoloteaban
en la mente y trastornaban el sueño,
torturándome con el insomnio buscando respuestas y soluciones para seguir una
vida sin sobresaltos. Por eso ahora que tengo esa calma hace que mi vida desde hace tiempo gire alrededor del ambiente
del Danzón, su historia, las vicisitudes que generan los eventos en que se
reúnen parejas con diferentes expectativas sobre todo saborear la música tan
particular que hace del Danzón un fenómeno de longevidad, de aceptación, de
discordia y de hermandad entre directores, de Danzoneras, otros de grupos de
baile, así como de parejas de baile y de organizaciones más complejas.
Más
lo que es preponderante en este paréntesis, es el pensar ¿QUE SERÍA YO SIN EL DANZÓN?
Y se viene la cascada de situaciones, sería una persona más de la tercera edad,
un abuelo feliz, tal vez cuidando nietas los fines de semana mientras sus
padres se divierten, esperando pacientemente la visita de los hijos, viviendo
una vida sedentaria en cómoda mecedora, entregado a la lectura de la serie de
libros que tengo pendientes, en Fin que cambiaría mi vida a la de ser un simple
ciudadano que a los jóvenes les inspira lástima más no respeto, o tal vez
desprecio, por la misma incapacidad para moverme de la manera ágil y rápida con que se mueven los más jóvenes, y
deteriorándome más cada día por la misma
inmovilidad en que me hubiera sumergido, pero sobre todo por no disfrutar dl
baile de la música sabrosa y picante que
es el Danzón, un joven a quien conozco de hace tiempo, me propuso la frase “bailar es soñar con los pies ” nada
más atinado para describir lo que es ésta actividad tan lúdica. Para finalizar
esta reflexión, agrego una situación más de lo que sería Yo sin el Danzón, y es
la de ser una persona que constantemente viviría de los recuerdos, no dejando
de seguir en el pasado, lamentándome de cuando podía moverme, caminar con más
rapidez, cuando la velocidad de pensamiento era
una de mis fortalezas, mientras que ahora con las expectativas que
generan los eventos de baile en que tenemos la posibilidad de participar, eso
me hace pensar en el futuro y que mi cuerpo olvide momentáneamente las
dolencias propias de la edad e imaginar las posibilidades de gozo, además de
disfrutar totalmente el presente mientras la música está sonando, y más si es
uno de los muchos danzones que son mis favoritos, como Ya no me Quieres, o El
número uno, o Confesión, así como El Corralito y El mago de la teclas
incluyendo África, y Fantasía española, la lista sería interminable, tal como
la de muchos danzoneros más. Por su atención un millón de Gracias.
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