BIENVENIDOS A SU DANZOTECA 5

Su amigo, Ing. Javier Rivera (Danzonero X), les da una cordial bienvenida a este nuevo espacio alternativo donde pondré el historial de documentos, textos y materiales relacionados con el danzón y sus circunstancias. Cualquier aportación será bien recibida.

sábado, 6 de abril de 2024

DANZÓN DESÉRTICO

 “El desierto es una extensión natural del silencio interior del cuerpo”.

Jean Baudrillard.

Por Luis Pérez “Simpson”

Extracto del Boletín Danzón Club No, 167 (Enero, 2024)

Nuevamente regreso a la temática del cine, que además de ser un arte, es una hermosa ventana testimonial de la vida humana, donde entre muchas cosas, el baile se manifiesta en innumerables escenas con sus implícitas formas y deseos.

En esta ocasión seleccione la película “Viento Negro” (1964 México), del director Servando González y filmada en el nostálgico formato Blanco y Negro, con duración de 124 minutos.

La película pertenece al género llamado “drama rural” y, está basada en la novela "El muro y la Trocha" de Mario Martini. Esta cinta se filmó en el Desierto de Altar en el estado de Sonora, México y, esto le da un sabor de constante dramatismo y desesperación, además resulta muy interesante para los amantes del ferrocarril, quienes verán las verdaderas complicaciones constructivas para tender una vía ferroviaria en pleno desierto desafiando la constante adversidad de los fenómenos meteorológicos, tales como, clima extremo caluroso, clima extremo frio y lo que se llama “viento negro” que son tormentas con vientos intensos, arena y polvo generalmente.

La cinta, aunque por su fecha de realización no pertenece a la “Época de Oro del Cine Mexicano” (1936-1956), sin embargo, está considerada ente las primeras 100 mejores películas del cine mexicano ocupando el lugar 88.

Los actores principales son: David Reynoso, José Elías Moreno, Eleazar García “Chelelo”, Enrique Lizalde, Fernando Luján, Jorge Martínez de Hoyos, Enrique Aguilar, Miguel Suárez, Rodolfo Landa, Roberto Cobo. Como verán no hay mención de actrices en esta película, pero esto, no quiere decir que no haya participación de mujeres en esta cinta.

No pretendo dar la reseña de esta cinta que, dentro de su dramatismo, contiene tres “diminutas” escenas de baile, de las cuales, solo seleccioné dos episodios que considero interesantes en relación a la presencia del baile en el cine, veamos:

El primer episodio seleccionado se desarrolla en el campamento situado en pleno desierto que está formado por “barracas” de madera que sirven como dormitorios para los trabajadores, otras para los ingenieros, también la barraca de oficina, pagaduría, etc.

Es un caluroso domingo y aparece una larga fila de trabajadores esperando su turno para que en ventanilla les paguen su salario. El problema era en que gastar el dinero y decían: “con toda esta lana, ni en donde ni en que gastarla”, era un auténtico lugar que bien podría llamarse “la isla de los hombres solos”, pero que va, para todo mal hay un remedio y el dinero no podía quedarse ocioso en los bolsillos.

Esa tarde, todo estaba en una aparente y aburrida “calma chicha”, cuando de repente un trabajador pega un grito por demás sonoro y emotivo “llegó La Canasta, La Canasta”, los trabajadores salieron inmediatamente de sus barracas para dirigirse a la dichosa “canasta” y, ¿Qué creen que era esa canasta?, pues, consistía en dos trocas llevando mujeres jóvenes exhibiendo sus extremidades inferiores al desnudo, pero, eso sí, con el rostro cubierto. Los obreros podían tocar las piernas de estas muchachas expuestas como “necesaria y oportuna” mercancía. Sí, como ya se estarán imaginando, la dichosa canasta era una especie de “piquera ambulante” que efectuaba su entrada triunfal con la música de una banda regional compuesta de 5 músicos (bombo, tambores, tuba, trompeta y trombón de vara) marchando por delante de las trocas.

Ese mismo domingo a 350 metros del campamento con la ayuda pronta y voluntaria de los trabajadores del ferrocarril levantaron “La Casita” (así la nombraba “El Griego”, propietario de dicho antro ambulante), edificación con muros de madera y una gran lona semejante a un circo, en la entrada aparecía un genial letrero que decía “El Oasis”. En este antro, el atractivo era “el Bacanora” y las “ricas botanas” (el bacanora es un destilado regional de agave parecido al tequila y las botanas eran obviamente el grupo de bellas chicas).

Para amenizar el ambiente de “El Oasis”, contaba con un fonógrafo manipulado por su propietario, “El Griego”. Con estos elementos “El Oasis” se convertía en un peculiar “salón de baile” donde los trabajadores del ferrocarril pasaban momentos de felicidad bebiendo bacanora y bailando con las “bellas chicas”. Se estilaba que pasado cierto tiempo de música bailable, enmudecía el fonógrafo dando lugar para que un empleado pasara la charola recolectando monedas y billetes para darle otra vez vida a la vitrola y continuar con el baile, ya se imaginarán el ambientazo. La música que generalmente se tocaba eran “polkas norteñas” muy propias de la región norte del país, pero ¿Qué creen?, en un mágico cambio de giro, “El griego” pone en su fonógrafo el danzón “Almendra”, las parejas con mucha alegría lo bailaban como si fuera una polka norteña, claro, bien pegaditos, como debe ser, nada de hacerle “fuchi” al sudor ni al aroma etílico de los “parroquianos”, se bailaba con pasos simples y regionales, sin complicaciones, lo importante era gozar y sentir los latidos de la pareja, nada de exhibicionismo haciendo “ridículas florituras” como se estila ahora.

La importancia de esta mítica y brevísima escena, radica en que es la única en el cine mundial donde se baila un danzón en el desierto. Vale la pena preguntarse por qué seleccionaron un danzón en el repertorio musical esta “salvaje piquera” ¿será casualidad?

Este episodio, es otro testimonio cinematográfico donde se repite esa nostálgica y bella relación entre piqueras, cabarets y prostíbulos con el danzón, fenómeno histórico y documentado que ahora escandaliza a no pocos “danzoneros esnobistas” que tratan de una manera férrea pero inútil de borrar una etapa gloriosa del danzón en México.

Cabe señalar que el fonógrafo y la carpa es una fiel imagen de lo que fueron los primeros Salones de Baile en la CDMX, todavía Don Simón Jara conserva el fonógrafo que se utilizó en los inicios del Salón Colonia cuando era una carpa.

En segundo episodio seleccionado, envían a varios kilómetros del campamento a una “Patrulla de trazo” para realizar trabajos de topografía y definir con precisión el trazo subsecuente de la vía del del ferrocarril, dicha brigada estaba compuesta por cuatro elementos y un chofer. Para dicha tarea, les asignaronn una camioneta tipo guayín (sin aire acondicionado), en la cual llevaban su equipo de trabajo, un recipiente para gasolina y un equipo de radio para estar en comunicación con el campamento. Aquí, esta brigada se encontraba en lo más álgido del desierto, donde se experimentaba una intensa soledad que les hacía caer en la nostalgia. Ya era la tarde-noche y la tristeza se hacía más intensa, sin embargo, para romper ese difícil momento, se le ocurre a uno de ellos cambiar la frecuencia del radiotransmisor y sintonizar una estación de música norteña. “El Picuy” (protagonizado por Eleazar García “Chelelo”) y Lorenzo (protagonizado por José Elías Moreno) se ponen a bailar de forma enlazada una polka norteña y nada mejor que un baile para romper el estrés. Es normal, a falta de mujeres y, en pleno desierto pues, a bailar hombres con hombres, es válido, recordemos que el tango en sus inicios lo bailaban entre hombres.

A propósito, y situándonos en la actualidad, vemos con mucha frecuencia en las “Muestras Nacionales de Danzón” a grupos “coreográficos” integrados exclusivamente por mujeres y “bailando” en forma separada. Estos grupos de mujeres dan la apariencia de encontrarse en un “desierto”, donde no hay hombres y su ilusoria presencia significaría un “Oasis”. En realidad, este fenómeno se manifiesta cada vez más en la falta de caballeros en las escuelas de danzón, pero, esto no es obstáculo para que en estos eventos incluyan las ahora llamadas “Rutinas masivas de danzón para mujeres” montadas al aire libre o, en las ya acostumbradas representaciones grupales en teatro. ¿Proyectarán estos bailables rutinarios lo que realmente es el danzón?, pregunta abierta…

Para finalizar quisiera mencionar una hermosa frase (desconozco al autor) que dice:

“Y, aún en el desierto mi danza no perecerá”.

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INSCRIPCION A LA ASOCIACION MEXICANA DE DANZONERO

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