Por: Luis Pérez “Simpson”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 26 (Abril, 2012)
Dentro de
los fenómenos que el Academismo del
baile junto con las Coreografías
teatrales con temas de danzón, tenemos lo que comúnmente llamamos “Entradas y Remates Abiertos”, mismos
que de manera paulatina adoptaron los bailadores de danzón haciéndolos casi una
norma universal en los salones de baile, plazas públicas y en eventos privados.
Recuerdo
muy bien que mi primera visita a un salón de baile que fue precisamente al Salón los Ángeles, allá por el año de
1980, obviamente en aquel tiempo solo fue curiosidad y quedé impresionado por
los bailadores que se daban cita, mismos que bailaban mambo, cha cha cha, swing
y por supuesto danzón, este ultimo ritmo me llamó mucho la atención sobre todo
por las famosas pausas. Aquella vez
tuve el atrevimiento de bailar un danzón fue realmente aquella dama (nunca le
pregunté su nombre) la que me ponía el alto al final de cada espacio musical,
lo bailé de forma “lirica”
utilizando una especie de “muelleo” según sus indicaciones, quizá fue esta mi
primera clase de danzón, pero no recuerdo haber visto entradas y remates
abiertos. Pasaron más de diez años de aquella memorable experiencia y en 1993
regresé fortuitamente al mismo salón de baile
donde las parejas seguían la misma tónica, es decir todas las parejas
empezaban el danzón en posición entrelazada frente a frente, los remates eran cerrados,
simples y sin aspavientos. Posteriormente, en el año de 2002 ingresé al
Academismo danzonero y, oh sorpresa, dentro del método numérico de enseñanza
venían estas famosas “entradas y remates
abiertos”. Ya a finales de este mismo 2002 decidí visitar nuevamente el Salón los Ángeles y cuál sería mi
asombro, que todos los bailadores de danzón se ponían en posición abierta para
iniciar a bailar. Suena lógico que este fenómeno tuviera su origen en la
Academia de baile con el objeto de darle impacto visual a las presentaciones
coreográficas teatrales que al fin y al cabo buscan espectacularidad y el
indispensable aplauso. Muchas de estas entradas y remates abiertos caen
verdaderamente en un barroquismo
indiscriminado, algunas inclusive la pareja ya esta floreando desde la
misma entrada al primer movimiento bailable, otras, aun peor, lo hacen de
manera dramática, tan es así que la pareja comienza con separación de varios
metros y conforme pasa el estribillo se acercan con pasos tan estereotipados
que caen en el completo ridículo. La misma entrada abierta rompe tajantemente
con uno de los principales objetivos y esencia del danzón, el de aprovechar la
pausa para la sutil y a veces sensual plática de la pareja estando frente a
frente.
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