Por Luis Pérez “Simpson”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 71 (Enero, 2016)
Actualmente el danzón en México con todo y su intempestivo “Boom” desde principios de los años 90, enfrenta ciertos retos para su anhelada internacionalización, pero sobre todo para volver a ser un ritmo popular expresado en lo que se suele llamarse baile social.
El desafío es mayúsculo y desgraciadamente a pocos bailadores, profesores y músicos les interesa afrontarlo con la debida seriedad por mas Congresos Nacionales e internacionales, Muestras Nacionales, Reuniones Cumbres y demás eventos similares que se repiten sistemáticamente año con año, pero carentes de propuestas concretas y compromisos, tal pareciera que el estancamiento de este “danzón coreográfico” los deja satisfechos, incluyendo a no pocos “promotores”, dignos representantes del cinismo lucrativo danzonero.
Por una parte tenemos hoy en día el ostensible “elitismo” en el danzón, entendiéndose este “elitismo” como una tendencia a la formación de “grupos selectos” y minoritarios, sí, minoritarios porque a pesar de su extensión por toda la republica, el danzón no ha vuelto a ser un baile popular y social como lo fue (décadas atrás) digamos desde los años 20 a los 50s, más bien, actualmente en México la expresión dancística del danzón cada vez se asemeja más a un bailable de exhibición, a un ballet experimental bastante limitado por cierto; quien iba a pensar que para bailar danzón fuera necesario pasar por una escuela de baile asimilando de memoria pasos y mas pasos, figuras y mas figuras, hay quienes se eternizan en la academia de baile con esta nueva forma rutinaria de bailar danzón y con la falsa creencia de que siempre se ha bailado el danzón de esa manera, lo peor del caso, hay personas de “jerarquía” en el medio danzonero e íntimamente ligadas a este “nuevo formato dancístico” que afirman que “el danzón es el baile más popular en el país”, cosa más falsa semejante declaración, es el pleno desconocimiento de lo que es popular y lamentablemente hay evidencias de fácil identificación que nos sirven como referencia para darnos cuenta que el danzón dista mucho hoy en día de ser popular convirtiéndose gracias al “nuevo academismo” en un baile elitista y estilizado artificialmente.
Amigos danzoneros, que no los engañen, si el danzón fuera popular en nuestro país, habría por lo menos una Orquesta Danzonera en cada capital de los estados que componen la republica mexicana con un recinto fijo para sus presentaciones mínimo una vez por semana.
Por otra parte, basta con visitar los sitios donde venden música grabada y verán que la correspondiente al danzón es realmente escasa, no digamos la programación en la radio que de cada cuando en vez sueltan un danzón y eso en muy pocas estaciones en AM y FM. Otro parámetro a visualizar lo pueden experimentar cuando entren a alguno de esos establecimientos donde todavía existen “sinfonolas” o “rockolas”, traten de encontrar un danzón y se darán cuenta que es más fácil encontrar “la aguja en el pajar”, ahora, sobre la televisión abierta o de paga, ni se diga, solo tengo conocimiento del programa “Hey Familia” transmitido por Radio y Televisión Querétaro con duración de 2 horas una vez por semana.
Otro indicador lo podemos ver en el transporte público, por ejemplo en la Ciudad de México viajando en los “terribles microbuses” donde amenizan a los pasajeros con su música a todo volumen y podrán darse cuenta que es prácticamente imposible dentro de su selecto repertorio escuchar un danzón, pero al final de cuentas, el indicador infalible lo da la juventud y hoy en día a .los jóvenes no les interesa el danzón, lo siguen considerando un baile para “viejitos” y pasado de moda y ahora con las coreografías rutinarias ni les digo lo que opinan.
Lo que sí es un hecho innegable, es la creciente proliferación en casi todo el territorio de México de “grupos danzoneros” impregnados obviamente con el germen del danzón coreográfico académico, pero, esto no quiere decir que el danzón sea popular, el día en que el danzón vuelva a bailarse en las fiestas familiares, en las fiestas juveniles, en las bodas, celebraciones de quinceañeras, etc., hasta entonces podríamos hablar de que el danzón está regresando al ambiente popular, francamente y con tristeza lo veo casi imposible por lo complejo en que lo han convertido.
Pero no solo este fenómeno se presenta en el ámbito dancístico, también lo tenemos en el musical, por ejemplo la poca producción de nuevas composiciones, no me refiero a la vía facilita de los arreglos ni a las transportaciones de boleros u otros ritmos, hablo de danzones que nacieron siendo danzones y es lamentable que desde 1932, año en que se compuso el danzón “Nereidas” no haya surgido otro que lo iguale ni siquiera que le llegue a los talones, la mayoría de los nuevos danzones son realmente intrascendentes desde las numerosas adaptaciones de otros géneros musicales hasta los “danzones sobre pedido” (“composiciones” para elevar la vanidad de quien paga para que le compongan su danzón), que algunos de ellos, no son otra cosa que “collages” formados en lo básico con acordes de otros danzones o de otros géneros musicales.
Otro aspecto a destacar es que las Orquestas Danzoneras generalmente se han limitado a ejecutar y componer danzones con la estructura musical del maestro José Urfé que data de 1910 y no salen de ahí, cuando históricamente esta estructura ya fue rebasada, solo pocas Orquestas Danzoneras se han atrevido a ejecutar y eso muy rara vez “danzones de ritmo nuevo”, sin pausas para decirlo más claramente, me creerán que hay “bailadores de danzón” que se atreven a decir que los danzones compuestos o interpretados por Orquestas como la de Carlos Campos, Gamboa Ceballos, Alejandro Cardona, Mariano Mercerón, Emilo B. Rosado, Arturo Nuñez, etc., no son danzones, claro en la mayoría de las academias no les enseñan a bailar con este tipo de danzón, sencillamente porque no les sirve para sus indigestas coreografías ni a sus “métodos numéricos o científicos” de enseñanza, estos danzones sin pausas entre otras cosas les quita a los “maestros coreográficos” por lo menos dos de sus espectaculares “entradas” y “remates” para activar en forma automática el indispensable “aplausometro” en sus presentaciones teatrales.
Finalmente, los invito a reflexionar sobre este panorama quizá incómodo, el cual nos da la impresión de estar inmersos dentro de un danzón encapsulado y danzoneando en un “cuadro” sin salida, como “maceta de corredor”. Pongamos los pies en la tierra, queramos o no, la misma Historia del Danzón tiene sus controversias, contradicciones y por consecuencia diversos puntos de vista, sin embargo en lo que seguramente coincidimos y a la vez es motivo para alegrarnos es el hecho de que somos unos fervientes amantes y adictos al danzón, por lo que, aun es tiempo de cristalizar propuestas para dignificar a nuestro danzón.
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