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viernes, 6 de octubre de 2023

Don Guillermo y los bailes en el México del siglo XIX.

 Por Luis Pérez “Simpson”

Extracto del Boletín Danzón Club No. 74 (Abril, 2016)

Gran parte de la historia de cualquier región, se debe a personas que tuvieron el atino y la oportunidad de escribir sus vivencias, en México, tenemos un excelente ejemplo me refiero al ilustre mexicano, Don Guillermo Prieto, quien nació en la Ciudad de México en febrero de 1818 y murió en el barrio de Tacubaya de esta misma ciudad el 2 de marzo de 1897.

No pretenderé extenderme en datos biográficos, solo citaré que desde temprana edad mostró interés en la política y la cultura, circunstancias que lo llevaron a ser Diputado del Congreso y Ministro de Hacienda del gabinete del presidente Benito Juárez, además de periodista, escritor y catedrático.


Como escritor se le cataloga dentro de la corriente “costumbrista” y, sin más preámbulo, saco del librero “Memorias de mis Tiempos”, obra extraordinaria de Guillermo Prieto, donde narra con bellas pinceladas algunas de las costumbres y tradiciones en la Ciudad de México del siglo XIX. De este interesante libro trataré el capítulo titulado “Joyas de Sociedad”, donde el autor describe con su peculiar estilo las reuniones en torno a los bailes y danzas que se llevaban a cabo tanto en la vida familiar como privada principalmente en la clase media, esto, pocos años antes de del arribo del danzón a México. Es preciso decir que el joven Guillermo incursionó en su vida social a mediados de los 30’s, es decir cuando tenía aproximadamente 18 años, en plena edad del ímpetu y la curiosidad.

Me permití solo seleccionar algunos párrafos que considero los más representativos al respecto.

En el párrafo siguiente, encontramos el fiel testimonio que el joven Guillermo otorga a los famosos bailes de cuadrillas tanto en salones como en tertulias hogareñas, Estas cuadrillas como bien sabemos, fueron antecesoras de la danza y esta a su vez evolucionó en el danzón allá en matanzas Cuba.

[…] “La llegada de las aguas destruía aquellas encantadoras y los amantes del placer encontraban consuelo en los bailes y tertulias que no escaseaban por cierto.

Entonces estaban en todo su auge las cuadrillas en los grandes salones, este baile hace uno o dos años lo había importado de Europa Juan Gamboa y lo secundó para sus propagandas Salvador Batres, jóvenes que eran joyas de la sociedad en México”.

[…] “La aparición de las cuadrillas fue un acontecimiento trascendental; sufrieron derrota completa los valses gravedosos que sucedieron al Amor y a las boleras que como el minuet, el olé, y el campestre quedaron relegados al teatro y desaparecieron con las vistosas contradanzas de figuras, tormento de los ingenios pedestres”

En el siguiente fragmento, Guillermo Prieto enfatiza esa división de clases sociales que se daba comúnmente en los bailes y que se manifestaba de acuerdo a la vestimenta, algo similar al fenómeno tan mencionado que se vivía en el salón México 80 años después y que con su debida reserva se sigue dando en nuestros días con el denominador común que es el baile.

[…] Es de advertir que, en materia de bailes, había una división completa, acentuada con las enaguas y la chaqueta y las calzoneras por una parte, y los túnicos, tocados y guantes por la otra”

El pasaje siguiente nos marca la secuencia de los tipos de baile en un evento, nótese la ya manifiesta tendencia al lucimiento y figuras provocativas, nada nuevo con lo contemporáneo en nuestro danzón, además del curioso cuadro donde describe el aislamiento de las parejas y la abuelitas durmiendo.

[…] “En la primera se bailaban jarabes y sonecitos como el dormido, el perico, el malcriado, el aferrado tapatío. En el segundo, valses y cuadrillas, sin desdeñar el intermedio la petenera, que llegaba perfumada con las brisas de Veracruz y el liquidámbar de Jalapa, o el oudú que se prestaba al lucimiento de cuerpos airosos y de figuras provocativas. Pero en la mayor parte de los bailes, se aislaban las parejas, no había comunicación, la mayoría de la concurrencia quedaba en expectativa, silenciosa, divididos hombres y señoras con las ancianas durmiendo y los cócoras a la puerta”.

En el siguiente párrafo inferimos la importancia del el término “popular” en los bailes en especial el de cuadrillas

“Las cuadrillas son populares, convierten en actores a los concurrentes: mientras más parejas bailan, las otras platican, admiten gente de todas edades y condiciones y encubren paridades que dejan al descubierto los otros bailes”.

Lo que sigue es singular, la descripción y la manera fácil de distinguir en un baile a la gente bien educada y la gente de cierto pelo, quizá de manera sarcástica, lo que determina esto es el “sudor”, pero veamos:

“Por regla general, el que quiera en México distinguir a la primera ojeada un baile de gente bien educada y uno de cierto pelo; fíjese un momento:si la gente platica, ríe o se comunica es gente fina. El bailador de cierto pelo toma el baile como tarea ruda y se afana como leñando o dándole a una bomba; al descansar se ensimisma, arregla su corbata, adopta posturas académicas, ve al techo y se ajusta los guantes; ella compone su tocado, ve al techo y hace inventario de de los trajes y adornos e las que provocan su envidia”.

Me encanta el siguiente párrafo donde habla del baile casero propio de la clase media, tradición que desgraciadamente cada vez se va perdiendo. Cabe destacar la vestimenta, claro los bailes siempre se han prestado al “Tijereo” y la vestimenta es un jugoso tema.

“Había en abundancia bailes caseros, y los de escote comenzaban a hacerse de moda entre los pepitos de escasa fortuna”.

“El baile casero, el característico de la clase media, era el de vivienda principal o interior de la casa de vecindad, y se formaba con motivo de natalicio, cantamisa o llegada de pariente foráneo” [...]. las damas por regla general, vestían carranclán o muselina, usaban peinetas de ollo de gafos o de teja, y calzaban mahóno raso con restirada media de seda o hilo.

En los jóvenes comenzaba a iniciarse la raya abierta, el pantalón de boca de clarín y fraquecito de botón dorado.la concurrencia era por demás heterogénea y peculiar.

Por último, don Guillermo nos narra lo que eran los bailes de escote, muy importante destacar el rol que jugaban los empresarios (ahora promotores) de dichos bailes, la concepción de lo erótico en el baile que los hacía más atractivos entre la clase media baja. También como en nuestros tiempos el baile es un magnífico pretexto para entablar relaciones amorosas y demás menesteres propios de las circunstancias temporales, veamos:

“En cuanto al baile a escote, era otra cosa. Se promovía por lo común entre gente de escaso presupuesto, pero alegre y de temperatura erótica. […] Conseguidos los empresarios y el salón de baile, se fijaba el día el número de contribuyentes y el escote… y a gozar. En esas tertulias se confeccionaban compadrazgos y posadas, excursiones a Santa Anita e Iztacalco… […] y se ajustaban matrimonios…y demás por aquello de que “la mujer y la gata es de quien la trata”, y que “la ocasión hace al ladrón” o de que “al arca abierta, el justo peca”

Como verán, ya se estaba involuntariamente montando el escenario donde tomaría posada el danzón a su llegada a la Ciudad de México, solo faltaba un ritmo cadencioso para hacer explotar al máximo todas las posibilidades dancísticas, amorosas, sensuales, picarescas a las que hace mención Don Guillermo y, que lástima que no le tocó conocer el danzón, nos hubiera deleitado e instruido con una más de sus pinceladas costumbristas, pero en base a sus memorias, les pregunto estimados lectores, ¿Cuál clase social creen ustedes que adoptó al danzón?

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