Por Luis Pérez “Simpson”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 76 (Junio, 2016)
Con el afortunado surgimiento de los bailes de salón, los cuales, indudablemente revolucionaron la forma de bailar y el concepto de bailar en pareja de manera enlazada, suceso que en esa época ocasionó diversas manifestaciones en pro y en contra.
Desde la contradanza (precursora del danzón), se daba ese sutil fenómeno de manifestarse como un baile de parejas, estas solo o por lo regular tenían contacto de mano a mano y en algunos casos de codo a codo, pero eso sí, con alta dosis de coqueteo, pero esto no era suficiente y, con la aparición del que se considera el primer baile de salón, es decir El Vals, que tuvo sus antecedentes en el siglo XII y su evolución se consolidó a finales del siglo XVII, cabe señalar que fue muy cuestionado por considerarlo “indecente”, pero pronto se convirtió en el baile de salón por excelencia desde principios del siglo XIX.
Con El Vals, la pareja al bailar ya se encontraba frente a frente y enlazados, aquí diríamos con cierta picardía “abrazaditos”, recuerdo que en cierta ocasión mi señor padre (q.e.p.d), me decía que “el baile es un excelente pretexto para abrazar a las muchachas” y confieso que tardé algunos años en entenderlo.
El danzón como parte del grupo denominado bailes de salón (no baile fino como lo han querido renombrar los esnobistas y lo peor, gente que se los cree), una de sus características es que se debe bailar en pareja (hombre y mujer), por eso es una doble aberración que en no pocas de esas indigestas coreografías, indispensables en los eventos nacionales, llámese muestra , congreso, fórum, encuentro, etc.,etc., se lleguen a presentar grupos integrados solamente por mujeres y, aquí cabe el refrán “no es la culpa del indio si no del que lo hace compadre”, pero en fin, allá ellos, tanto promotores como directores de estos grupos, la historia los juzgará por su ignorancia y por el grave daño que le han hecho al danzón en beneficio de sus mezquinos intereses.
Bueno, pero vayamos al grano, no hay que confundir pareja de baile con pareja sentimental, quizá en algunos casos se den ambas situaciones, pero siempre predominará una de las dos. Una pareja de baile es algo especial no fácil de encontrar, quizá nunca se encontrará, pero esto no es grave, la auténtica pareja de baile es con la que realmente se acopla uno en el baile, la que verdaderamente le da un plus al sublime acto de bailar, es donde hay una perfecta empatía emocional y sicomotriz, no nos confundamos, no es la pareja que sirve solamente para el lucimiento coreográfico o de acompañamiento , es la pareja que embona este enjambre de emociones que surgen como respuesta a la música bailable y que nadie más te puede dar, es la pareja que al ritmo de la música se abandona en un momento exclusivamente para los dos donde hay entrega, acuerdo, sincronización y pasión.
Haciendo un símil, recuerdo que en cierta ocasión le preguntaron a un afamado tenista que cual era la mejor raqueta y él sin dudarlo respondió, “La mejor raqueta es la que te acomode”.Les aseguro que es bien difícil encontrar pareja de baile, lo que es realmente pareja de baile, pero todavía más difícil es saber conservarla porque hay demasiados agentes perversos que hay que superar y, ya sabemos que no todo es miel sobre hojuelas en el ambiente del baile de salón, tanto en la escuela de baile, como en los salones se han llegado a presenciar verdaderos dramas entre parejas ya sean fijas, de ocasión o digamos parejas que daban la impresión que serían eternas, muy probablemente estos rompimientos se dieron por confundir el amor con el sublime gozo de bailar, muy discutible esto por cierto.
Aclaro, que esto de la pareja de baile es un tema bastante ambiguo, con muchas aristas y mucha tela de donde cortar, pero en mi opinión, he llegado a la conclusión y, esto con sus debidas reservas, en considerar como prototipo de lo que sería una pareja perfecta de baile a la formada por Carmelo Benítez y Julia Solórzano, ambos, personajes principales de la película Danzón (México, 1991 dirigida por María Novaro.), y les diré porqué:
Ellos no tenían el compromiso sentimental que en muchos casos ha sido elemento devastador en las parejas de baile, ellos solo se veían en el salón de baile para bailar, cada quien llegaba por su lado y se iba de la misma manera y, así llevaban años con un respeto inmaculado, si es que cabe esta palabra en el ambiente de un salón de baile, pero lo que sucedió cuando el tal Carmelo súbitamente y “sin decir agua va” se esfumó del entorno danzonero rompiendo esa devota liga dancística y ocasionando un tremendo vacio a Julia, no se trataba de amor sino de el hecho de saber con total certeza que no encontraría a nadie quien supliera a Carmelo, su pareja de baile. Posiblemente la concepción de pareja de baile formada por esto personajes sea una Utopía, pero les diré que he conocido a dos parejas que se aproximan mucho.
Finalmente, La pareja perfecta de baile, no te va a exigir nada, ni compromisos sentimentales, no te va a bombardear con arranques de celos, su único objetivo es el baile mismo, disfrutar al máximo las piezas de baile sin interesarles el exhibicionismo, ese perverso germen con que muchas “parejas famosas” han convertido al danzón en una vil pasarela de vanidades y cursilerías.
¿Has encontrado a tu pareja de baile?
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