Por Luis Pérez “Simpson”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 84 (Febrero, 2017)
Resulta curioso que debido a la vorágine danzonera en México, representada principalmente por las dichosas “Muestras Nacionales de Danzón”, olvidemos cínicamente la importancia que han representado aquellos “músicos callejeros” que históricamente han sido promotores y difusores del danzón.
Evidentemente, estos “músicos callejeros” representan un fenómeno artístico con un sello netamente urbano que se manifiesta desde épocas remotas en todo el mundo, cabe señalar que estos músicos callejeros por lo general subsisten a base de “propinas” y desgraciadamente en algunos países son víctimas de extorsión y persecución, esto, en base a “reglamentos” gubernamentales absurdos.
Quien de ustedes no ha presenciado y disfrutado de estos músicos callejeros que tocan a las afueras de un restaurante, cantina, o en plena calle, no hablo propiamente de las plazas públicas donde, como ejemplo el danzón ha llegado para quedarse con orquestas definidas y pagadas ya sea por las autoridades municipales o de algún promotor independiente, me refiero a esos heroicos y valientes músicos que transforman la calle dándole ese toque típico convirtiendo esos espacios en alegres calles musicales.
Hay ciudades como Veracruz donde abundan esas tradicionales marimbas callejeras formadas por dos o tres músicos llenos de virtuosismo y lo más importante, esa exquisita alegría jarocha.
Recuerdo que hace años en la ciudad de Puebla presencie a un singular dueto formado por dos verdaderos virtuosos, uno en la trompeta y otro en las pailas ejecutando de manera magistral algunos danzones y, ojo, con instrumentos musicales no armónicos, caray que lástima no haber tenido a la mano una grabadora y una cámara fotográfica.
Finalmente, estimados lectores tenemos que colaborar con estos músicos, solicitándoles uno o varios danzones y claro, desembolsando un billetito.
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