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martes, 31 de octubre de 2023

El poder del mando ó, ¿El “machismo” disfrazado?

 Por Luis Pérez “Simpson”

Extracto del Boletín Danzón Club No. 89 (Julio, 2017)

El tema no es nuevo, pero, este fenómeno dancístico no deja de ser interesante y polémico, más ahora que, frecuentemente se habla sobre la igualdad de género, machismo, y feminismo.

Difícilmente podemos ocultar que hemos sido testigos de los logros que ha logrado la mujer para obtener equidad de oportunidades en terrenos que por tradición le eran asignados al hombre, sin embargo, en el baile de salón parece que los movimientos “feministas” pasan desapercibidos, conservando la costumbre de que el hombre es quien conduce a la mujer, bueno debe haber sus escasas excepciones y consideraciones.

Antes de abordar a lo más sabroso del tema, es preciso saber que una de las condicionantes que distinguen a los bailes de salón es precisamente que alguno de los que forman la pareja sea quién lleve el mando o conduzca y, por tradición, como ya lo hemos dicho ha sido el hombre quien lleva esta singular tarea, misma que también es a la vez una severa responsabilidad, sin embargo y de acuerdo al sentir del movimiento feminista, se puede considerar al baile de salón como “machista” y, no se rían, hay fieles seguidoras de esta doctrina social que así lo creen y lo manifiestan al no aceptar que sea el hombre quien lleve el mando, conduzca y “manipule” a la mujer, ya que esto representa un signo “infalible” de total superioridad, evidenciando una “actitud machista”….etc., etc.…..

Pues bien, consultando el diccionario, Real Academia Española, este, define al machismo como “la actitud de prepotencia de los hombres respecto de las mujeres. Se trata de un conjunto de prácticas, comportamientos y dichos que resultan ofensivos contra el género femenino”.

Como ven, resulta complicado para los bailadores y bailadoras comulgar con estos conceptos a la hora de estar disfrutando de este exquisito acto dancístico, ni quien se acuerde de estas “bagatelas”.

Por otra parte, bien sabemos que tanto a nivel domestico, popular y, sobre todo en las academias de baile de salón donde el método de enseñanza se basa en el principio que dice “El hombre debe saber llevar y la mujer debe dejarse llevar”, sin embargo, basta con darle un estricto sentido a esta frase para interpretar una forma de sugerir sumisión y docilidad de la mujer, que evidentemente no aceptan las fieles seguidoras del feminismo moderno.

Insisto, en algunos textos relacionados con el aprendizaje del baile de salón se especifica claramente que es el hombre quien debe llevar el mando argumentando sus medidas antropométricas o, por su fuerza, pero, volveríamos a rozar los cuestionamientos “machistas” hacia este tipo de baile.

Como ven, aquí ya empiezan a surgir dudas, pero, hay que entender que debe haber corresponsabilidad y comunión en la pareja de baile, es decir, la dama debe identificar lo que hombre quiere hacer y, si ellas no tienen la habilidad de captarlo, entonces, con toda pena, las culpables son ellas, pero tampoco se trata de llegar al extremo de un abuso irresponsable del “poder de mando” en toda su extensión.

Atención caballeros, tener el “poder del mando” es tener el báculo, es sentirse dueño de la circunstancia, pero hay que saberlo aplicar, cosa que lamentablemente no se enseña en las “academias de baile” y esto es grave cuando el bailador maneja de manera irresponsable, egoísta y arrogante este “poder de mando” con el único fin de potencializar su protagonismo escenográfico, dando con esto más elementos para calificar el baile de salón como “machista”, quizá esta manipulación irresponsable, sea una de las razones por las cuales un gran sector femenino prefiera los bailes separados para liberarse del “yugo opresor” de los caballeros bailadores..

Afortunadamente existe de alguna forma la contraparte, o el “antídoto”, por ejemplo, cuando una mujer bailadora experimentada no permite ese abuso del “poder del mando masculino” y, a base de gesticulaciones le transmite al caballero su inaceptación a los excesos que está cometiendo, solo basta una mirada, una reacción rígida o inclusive hasta suspender la pieza bailable, es decir la mujer también tiene el poder de decidir y en algunos casos hasta le dicta al caballero que pasos o figuras son los que le agradan y, no vayamos muy lejos, basta la mirada de una mujer bailando que es al mismo tiempo sutil e irresistible para que el caballero se metamorfosee y el baile llegue a feliz término.

Finalmente, hasta ahora, una cosa es cierta, nosotros los caballeros mandamos y conducimos a la mujer en los bailes de salón, pero nunca debemos olvidar que estamos bailando con una dama y por consiguiente debemos tratarla con todo el respeto y delicadeza. Espero que esto no sea calificado como machista o cursi.

Estimados lectores, sinceramente la pregunta está en el aire:

¿Podrían calificar al baile de salón como una actividad “machista”?

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