Por Luis Pérez “Simpson
Extracto del Boletín Danzón Club No. 85 (Marzo, 2017)
Una gran noticia, en especial para los habitantes de La Ciudad de México, se dio lugar el 09 de diciembre de 2016, fecha en la cual el tradicional Teatro Blanquita o “El Blanquita” como popularmente se le conocía, fue declarado Patrimonio Cultural Urbano de la Ciudad de México, esto, mediante un decreto firmado por el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera Espinosa, publicado en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México y que entrará en vigor a partir del 10 de diciembre de 2016. Este recinto se encuentra ubicado en Plaza Aquiles Serdán número 12, colonia Guerrero, delegación Cuauhtémoc.
Dicho “Teatro de Variedades” se convirtió desde su inauguración (27 de agosto de 1960) en un emblema y punto de referencia de esta ciudad capital y no es para menos ya que por este escenario desfilaron grandes artistas tanto nacionales como extranjeros y sobre todo a precios accesibles al público de clase media. Al respecto el escritor urbano Carlos Monsiváis en su libro “Días de Guardar” dedica este párrafo al mencionado teatro:“El teatro Blanquita es un recinto sacro o mejor popular, la confusión entre la mera insistencia y la tradición. El Blanquita es un almácigo, una alhóndiga, el sitio de la preservación y del rescate de todo lo rescatable y preservable: una canción, una seña significativa, un refrán”
El “Blanquita”, al igual que al Salón los Ángeles, se le considera como un recinto obligado a visitar en la Ciudad de México, “quien no conoce el Blanquita no conoce un ícono representativo de esta megalópolis”
Bien, estimados lectores, ustedes se preguntarán que tiene que ver todo esto con nuestro danzón?. De primera vista quizá nada, pero reflexionando sobre este hecho histórico, me lleva expresar lo siguiente:
Lo primero que me viene a la mente es la importancia de rescatar un inmueble, icono de esta ciudad como lo es el Teatro Blanquita por parte de las autoridades, cosa que lamentablemente no se hizo en épocas pasadas para rescatar algunos salones de baile como El Salón México o el Salón Colonia, dos edificios también iconos de esta megalópolis que se perdieron para siempre ante la mirada negligente tanto de autoridades como de músicos y bailadores, se imaginan que estas dos catedrales del danzón se conservaran aunque ya no como salones de baile, pero si como museos del baile o centros culturales.Haciendo memoria histórica, el primer registro sobre la llegada del danzón a la ciudad de México fue en 1884 en el Teatro Principal (1753-1931) donde la compañía cubana llamada Los Bufos Habaneros traían entre su repertorio varios danzones y fue en este Teatro, donde tanto se representaba una ópera, como un ballet, o la revista musical mexicana, etc..
En el Teatro Blanquita se presentaron varias danzoneras y orquestas cubanas que interpretaron danzones, hasta hubo concursos de danzón, obras teatrales donde se hacía presente el danzón, fue este teatro familiar por excelencia, lo que se conoce como “teatro de variedades”.
Este teatro se localiza en la plaza Aquiles Serdán, justamente a dos cuadras de donde se localizaba el Salón México y, cabe recordar que en esa zona abundaron inmuebles para el esparcimiento nocturno, como cabarets, salones de baile, carpas etc.
Amigos lectores, nos quedan dos salones de baile, iconos del ambiente dancístico en esta Ciudad de México, me refiero al Salón Los Ángeles y el Salón California, mismos que no los debemos dejar morir y, es tiempo de elaborar un proyecto de iniciativa para declararlos como Patrimonio intangible de la Ciudad de México.
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