DANZON SIN NOMBRE

 Por Luis Pérez “Simpson”

Extracto del Boletín Danzón Club No. 120 (Febrero, 2020)

No, no se trata del “Danzón sin Nombre”, titulo de un hermoso danzón interpretado por el “Campeonísimo” del danzón, Carlos Campos, claro que existe este danzón y, me encanta como todos los danzones de este gigante director de orquesta (qepd), ya habrá ocasión de dedicarle unas letras al “Campeón” Carlos Campos.

Lo que si les puedo decir es que el titulo “Danzón sin Nombre” fue el detonante que abrió la puerta a una reflexión mezclada con un “cosquilleante” desasosiego.

El “Danzón sin Nombre” al que me referiré, aunque parezca una aberración, es un danzón “nonato”, un danzón que con todo el bagaje del nuevo “boom” del danzón en México no ha podido producir o engendrar.

¿Por qué? “Esa es la cuestión”, pero, vayamos por partes:

Es increíble que en casi 80 años, desde que se compuso el danzón “Nereidas”, sin duda, la obra cumbre del danzón en México, obra del compositor mexicano, Amador Pérez Torres, alias “Dimas”, no se haya compuesto otro danzón de compositor mexicano que le llegue siquiera a los talones, sí señores son aproximadamente 80 años, (se dice que el danzón “Nereidas” fue compuesto en 1942)

¿Qué ha pasado?

Obviamente, este fenómeno nos lleva directamente a pensar que actualmente existe un problema en lo referente a la composición musical de danzones en México.

Hay que tener muy en cuenta que la composición musical es cosa seria, no cualquier músico tiene la virtud o la capacidad de componer o, de hacer arreglos, la composición musical es una labor muy complicada, ya que, abarca el control de todos los elementos que participan en la música, como: el sonido en todos sus caracteres, la armonía, el ritmo, la estructuración formal, la tímbrica u orquestación, etc., por lo que, un compositor debe dominar todos los ámbitos de la creación musical.

Sin embargo nos encontramos ante una paradoja, por un lado tenemos una “vorágine” danzonera representada por grupos de danzón en toda la republica, eventos danzoneros a nivel “nacional” en casi todos los estados del país, un número considerable como nunca antes de Orquestas Danzoneras, también, un número generoso de “profesores” y alumnos de danzón y, por otra parte, tenemos una escasez de verdaderos compositores mexicanos de danzón, claro, hay excepciones y, me consta que existen compositores con cierta calidad, sin embargo, el resultado lo tenemos a la vista, una cantidad considerable de nuevos danzones, la mayoría de ellos, “insípidos” “sin aroma”, “hechos al aventón”, claro, hablando de manera coloquial y metafórica. Lo peor del caso, es que los “danzoner@s” se conforman con este catálogo de “danzoncitos intrascendentes” y hasta los aplauden.

El otro aspecto que está íntimamente relacionado es el concerniente a los “arreglistas” de danzones y, en términos simples, ser “arreglista”, involucra la transformación de una idea musical como base, en este sentido el "arreglo" se funda especialmente en transformar una pieza para ser interpretada ya sea otros instrumentos o voces diferentes a las originales, en otras palabras, se arregla una obra dándole una mayor densidad o desarrollo, cosa que no sucede en la mayoría de los “arreglos” de los nuevos danzones que lanzan las Danzoneras u Orquestas. No podemos negar que hay una tendencia a efectuar arreglos o adaptaciones a “boleros”, o música de otros géneros musicales, algunos de ellos, hay que decirlo, son verdaderos plagios y aun tienen estos “pseudoarreglistas” el cinismo de omitir el nombre del autor original y hasta la irresponsabilidad de cambiarles el título.

Otro vicio que se ha puesto de moda es hacer complejos los cierres en los danzones, esto es una “perversidad” tomándolo como abuso y modalidad ¿cuál es la finalidad?, hay quienes exhiben su ignorancia cuando afirman y pregonan que esto es “evolución del danzón”.

Dentro de todo este escenario, podemos notar que la gran mayoría de composiciones y arreglos del “new age” danzonero, son “danzones intrascendentes” y están acotados en la estructura musical “Urfeliana”, qué, ¿hay algún impedimento donde estos nuevos compositores de danzón no se atrevan a brincar las trancas “Urfelianas” y ofrecer nuevas propuestas de calidad?, el conformismo y la mercadotecnia se han apoderado de muchos que se autonombran “compositores de danzón”

Lo más lamentable de todo esto, es que se ha perdido la capacidad de identificar lo que es realmente un danzón, su identidad su esencia y su propósito..

Sé que no es fácil dedicarle mucho tiempo en hacer composiciones musicales a un ritmo ya pasado de moda como lo es el danzón, esto también nos duele y para muchos es complicado aceptarlo, pero a pesar de todo lo anterior, soy optimista y confió en que algún compositor nos dé pronto una grata sorpresa.

Por lo pronto, me quedo con la exquisita sabrosura de esos danzones inmortales, los llamados “clasicos” (el término “clásico” aplicado al danzón no me gusta, pero, así los identifica la gente), que realmente tienen esa mágica identidad, nostalgia y “aroma de danzón”.

Finalmente, seguiré en espera de ese danzón que se convierta el emblema y referente de esta nueva era del danzón en México, sí ese “Danzón sin Nombre”…aun.