Por Alejandro Cornejo Mérida
Extracto del Boletín Danzón Club No. 122 (Abril, 2020)
No me suelta la fortuna
que alegre me acompaña
a la cita del placer,
donde se mueve mi ser
sonriente y optimista
al vaivén de un buen danzón.
La engomada verde sombra,
como trino de gorrión,
suave y endulzado,
a mis tímpanos ufanos
fueron y mi existencia,
engalanada y optimista,
de alegrías se vistió.
La Fortuna generosa
como espuma perfumada,
como aire venturoso,
me condujo con sus alas
a gozar sutiles tandas
flotando en armonía
en las notas de un timbal.
Envuelto en el montuno,
ya romántico, ya divino;
cautivado el corazón
por derroches del vaivén
y enlazados con ternura
me aproximo a la mejilla
y al panal de labios rojos
que despierta mis antojos.
Y un suspiro inesperado
violentó mi corazón
liberando la energía,
de ese encanto femenino
que obedeciendo al destino
las Palabras de amor
en su alma atesoró.
Aromática suerte
que con magia seductora
de floreos majestuosos
y pasos acordonados,
me dieron sutil amparo
en acogedores brazos
La nobleza y la cadencia
de ese danzar divino
que engrandecen tu figura,
me motivan reina mía,
como si fuera un debate,
aplicarme en la bailada
preparando bien mis brazos
y lucir un buen remate.
Un remate encantador
con tu gloria soberana
que se goza en permanencia
como un ritual sagrado
que lealtad y honor exige
con fervor y acatamiento
a la regla del mandato.
Gozando en este ¡ahora!
las delicias del danzar,
regocijo mis Pupilas
al mirar tantas beldades
de excelencia divinal,
de admirados coqueteos
derramados a caudal.
Clarinetes y trompetas
timbales y gúiros finos,
cadencias en tempestades
giros, planchas y paseos,
columpios y balanceos,
del danzón son los pilares
que agigantan mis deseos.
Buenos danzones disfruto
deslizando suaves mis pies;
embrujado me deleito
con Juárez y Nereidas;
lo digo sin timidez
“si Juárez no hubiera muerto”
bailaría sin delirio;
su baile sería floreado,
igual que el de Don Porfirio.
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