Por Enrique Guerrero “Aspirante Eterno”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 123 (Mayo, 2020)
Saludos cordiales
Esta ocasión me dio por tratar el asunto comparativo entre la perspectiva de la población acerca del Danzón de los años 50s en nuestra ciudad, la cual es muy posible sea muy parecida a la de varias ciudades más en lo que es el centro del país. Dentro de las fuentes documentales que he usado me encuentro que en nuestra ciudad no había el gusto por bailar Danzón, tal vez propiciado por el estigma con que el cineasta español, Juan Orol, que en sus películas de mafiosos y de tugurios de baja estofa, la presencia del Danzón se presentaba de manera infaltable en sus escenas. Revisando los carteles musicales de los bailes tradicionales en nuestra ciudad, como fueron los de la Coronación de la Reyna Universitaria en noviembre, la de los Charros en septiembre, la del Patronato de fiestas en Navidad en diciembre, la de la Escuela de Ingeniería en julio y hasta ahí hubo bailes en nuestra ciudad de forma pública. Lo interesante es que en ninguno de estos eventos se contrató a alguna de las danzoneras que aún existen, como la de Acerina, la de Dimas, La México, y totalmente desconocidas las de Felipe Urbán o la de Sebastián Cedillo, mucho menos la de José Casquera. Las orquestas de renombre que amenizaban eran las Juan García Medeles, Los Violines de Villa Fontana, Los Románticos de Cuba, Los solistas de Lara, Carlos Campos , Francisco Pimentel, y sobre todo Juan Torres, quienes interpretaban música de moda, como swing, foxtrot, pasos dobles, valses, mambo, cha cha chá, polkas, twist, rock and roll, etc. Más no se atrevían a interpretar Danzón por no ser del gusto de la concurrencia, que mayoritariamente eran gente de la burguesía, y su perspectiva del Danzón era de que ese baile y su música pertenecía a las clases bajas, reforzada la idea por su constate resonancia en la entonces zona roja lugar en donde campeaba el ritmo cubano. En alguna ocasión se atrevieron a presentar a Gamboa Ceballos y en otra a el mismo Dámaso Pérez Prado. En contraste en las fiestas familiares de la clase media y de clase baja, económicamente hablando, ahí si se tocaba el Danzón en los aparatos reproductores utilizando discos de acetato, más de forma muy esporádica.
Así mismo en la perspectiva que del Danzon se tenía en la ciudad de México, como lo podemos leer en los libros de Don Jesús Flores y Escalante tal como Salón México, y en Iconografía del Danzón en México, y que hace una fuerte crítica a los bailadores técnicos de estos tiempos llamándoles “snobistas” por la tendencia de convertir al Danzón en clasicista y sobre todo de estar deformando el sentido de bailarlo con ropajes caros, y hasta exóticos. Otra fuente de la misma perspectiva clasemediera, se encuentra escrita en el libro imágenes del Salón México de la sra. Mónica Lavin. Es cierto que alguna parte de la alta sociedad de ésta ciudad se daba cita en algunos salones, como menciona don Simón Jara en su libro De Cuba con amor… a México, de manera incógnita o bajo las sombras pues no se atrevían a mostrarse públicamente por temor a la discriminación de los de su misma clase. Con la proliferación de los salones de baile como el Colonia, en plena Colonia Obrera, o el de los Ángeles en la Colonia Guerrero y no se diga del Salón México enclavado en un barrio, se reforzaba la idea de que el Danzón era “chancletero” como lo nombra el Sr Flores Escalante.
Actualmente la imagen entre la población en general, es de que el Danzón ahora es Aburguesado, ya que lo que pueden percibir de los bailadores en cada exhibición en los aniversarios o en las muestras en las plazas públicas de los grupos actuales les confirma desde la manera de conducirse, la vestimenta de las damas y de los caballeros, el arreglo personal de ambos y la misma ignorancia del porqué se detienen las parejas en ciertos momentos, y con todo ello inhiben a las personas a unirse al baile.
Al parecer es contraproducente esta actividad de hacer exhibiciones o muestras para los fines de promoción del motivar a la personas a integrarse a algún grupo de baile ya que para ellos existe una declarada necesidad de vestir igual a los participantes, lo que implica una inversión monetaria, que quienes gana apenas para su subsistencia nunca se animen a hacer semejante gasto.
NOTA (1).- Este artículo fue publicado en el número 49 del boletín DANZÓN CLUB en marzo de 2014 y lo reproducimos fielmente con autorización de su autor, Enrique Guerrero Rivera “Aspirante Eterno”.
PACIENCIA Y FE, YA PRONTO VOLVEREMOS A BAILAR
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