Por Luis Pérez “Simpson”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 91 (Septiembre, 2017)
Estimados lectores, quizá el nombre “montuneros” les parezca inusual, raro, posiblemente hasta “peyorativo”, sin embargo, hay elementos para la utilización de esta palabra que sugiere clasificar a determinado grupo de bailadores.
Para abordar el tema, quisiera recordar que actualmente el danzón que escuchamos y bailamos es un ritmo híbrido, esto, a pesar de la molestia que les causa a ciertos “maestros de danzón” y a no pocos bailadores.
Esta hibridez del danzón es muy simple a entender, consiste en el aglutinamiento de dos ritmos, uno fijo que es el danzón en tiempo musical de 2/4 y otro en ritmo más revolucionado en tiempo musical de 4/4 este último es al que por costumbre se le llama “Montuno”, que en sí, originalmente fue el Son Oriental, mismo que le fue agregado al danzón en 1910 y, que con el tiempo se suplantó este último por un mambo, o un chachachá, otras veces como guaracha y otros ritmos, últimamente hasta timba, pero se le sigue llamando como “el montuno”.
Sin pretender profundizar sobre esta hibridez, solo mencionaría que de acuerdo a algunos musicólogos, este ritmo hibrido debió haberse llamado “son-danzón” o mejor dicho “danzón-son”, que sería lo más apropiado. Es importante destacar que con la adición del montuno como nuevo ingrediente, el danzón volvió a cobrar fuerza y cierta aceptación entre los bailadores cubanos de aquella época, ya que, la popularidad del Son estaba contundentemente desplazando al danzón, me refiero al danzón puro y autentico.
El montuno como agregado del danzón, ha jugado el papel tanto de héroe como de villano, como héroe se le puede calificar como un elemento que definitivamente coadyuvó a preservar el danzón y, por otra parte como villano, podemos decir que lo contaminó convirtiéndolo a partir de 1910 en un exquisito ritmo hibrido.
Bien, después de este intento de preámbulo, expondré mi reflexión sobre el tema.
Es bien sabido que a cada nueva propuesta del género de música bailable, le viene inmediatamente su respuesta dancística y en este caso, la incrustación del son oriental (montuno) en el danzón no fue la excepción, tan es así que este ritmo híbrido tuvo su correspondiente reacción entre los bailadores, los cuales tuvieron más libertad de movimientos para desarrollar su expresión corporal y lúdica, esto último no hay que olvidarlo.
Todo esto, me creó una obstinada inquietud por este fascinante ritmo híbrido y, por tal motivo, me propuse desde hace tiempo a elaborar una “estadística” para saber la preferencia de los bailadores, así que aprovechando mis frecuentes visitas tanto al salón de baile, como a las plazas públicas, me di a la tarea de formular tanto a bailadores como a bailadoras la siguiente pregunta:
¿Cuál es la parte del danzón que más les gusta? y, oh sorpresa, de los primeros diez, la respuesta fue contundente, “El montuno”, de los siguientes diez, la respuesta fue la misma y así seguí de preguntón, claro que algunos no sabían que se llamaba “montuno”, pero me decían que la “parte más movida”, “la más sabrosa”, otras veces “la “más guapachosa”, etc., solo uno entre 50 encuestados me respondió que la parte que más le gustaba era el “segundo tiempo musical”, bueno, para mi consuelo, al fin ya somos dos.
Como resultado de estas respuestas contundentes, infiero y, espero no herir susceptibilidades de algunos lectores que realmente con orgullo y pasión se llaman “danzoneros” (mal empleada esta palabra que ni siquiera figura en el diccionario), pero que en realidad deberían llamarse “MONTUNEROS”, ya que su prioridad y preferencia es el “montuno”.
El montuno, querámoslo o no, se ha vuelto la parte más importante de esto que llamamos “danzón” y me dirán si no, por ejemplo, las Danzoneras al termino del danzón por lo general repiten el “montuno”, muy rara vez repiten el segundo movimiento bailable, en las rutinarias coreografías, el “montuno” es la parte principal donde los bailadores mecanizados presentan figuras exprofeso para el lucimiento y el indispensable “aplausometro”.
El Montuno por su versatilidad y por el ritmo en tiempo de 4/4, mismo que se presta para soltar a la pareja, así como para efectuar los famosos floreos y para inventar un catalogo interminable de florituras dancísticas que tanto agradan tanto a bailadores como al público espectador.
Hoy en día los “concursos de danzón” por lo general resultan triunfadores los que ejecutan con mayor espectacularidad el dichoso montuno y, por supuesto en las “rutinarias “coreografías”, donde el montuno es el platillo fuerte y además, hasta en las “entradas” (invento coreográfico), ya están “floreando”, digan si me equivoco. Este es el riesgo que corren los ritmos híbridos como el danzón de hoy en día en donde siempre habrá preferencia por alguno de estos dos ritmos.
Otro aspecto a observar son las bailadoras de danzón, que al inicio del montuno hacen gesticulaciones como si estuvieran entrando en un éxtasis, su semblante cambia de la seriedad a la alegría, es justo el momento mágico y esperado para el lucimiento, ahora más con el uso desmesurado del abanico como si estuvieran compitiendo contra la sopladora de anafres del puesto de quesadillas.
Tan importante es ahora el montuno que les sugiero el siguiente ejercicio: traten de bailar dos o tres danzones seguidos con su pareja o con otra dama el montuno de manera cerrada, sin floreos, ni lanzamientos, claro, sin prevenirla y luego me dicen que pasa.
Estimados lectores, si el danzón hubiera conservado su estructura original (sin montuno), yo les aseguro que desaparecerían el 90% de los que hoy pomposamente se autonombran “danzoneros” y que hasta en arranques emotivos pregonan que “dan su vida por un danzón”, es más, ya el danzón hubiera casi desaparecido.
Finalmente, para beneplácito de “Los montuneros”, debo decirles que esta palabra no es de ninguna manera “peyorativa”, al contrario deberían saber que el gran músico sonero cubano Pío Leyva, es conocido mundialmente como “El Montunero de Cuba”, ya habrá ocasión de hablar sobre este gran músico.
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