Por Luis Pérez “Simpson”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 103 (Septiembre, 2018)
Estimados lectores, quien de nosotros no ha sentido ese “cosquilleante” deseo de bailar, incluso, hasta en los sueños nos asalta con cierta frecuencia, síntoma inequívoco que la idea de bailar habita en nosotros mismos y, por supuesto, no desperdiciamos oportunidad alguna para cubrir este apetitoso manjar dancístico.Deseos tenemos muchos, pero, este en especial, se me presenta como una sugestiva invitación a reflexionar proponiendo la siguiente pregunta: ¿Que nos motiva a realizar la acción de bailar?, seguramente los motivos son diversos, cada quién tendrá su justo argumento según lo temporal de la situación, sin embargo, existen coincidencias tanto en la parte conceptual como en la física –la acción de bailar-, que se convierten en una exquisita necesidad a satisfacer en la inmediatez.
Los bailadores(as) principalmente los de salón, difícilmente durarían una semana sin asistir a una sesión de baile, al menos que se los impida alguna enfermedad o, de plano los estragos de una manifiesta senectud. Para el bailador de salón, el baile es un deseo perene y, no pocos afirman que el baile es un mágico nutriente para el cuerpo y alma, dejar de bailar es sinónimo de “muerte”.
El baile también nos provoca el deseo de comunicar nuestros sentimientos, incluso los más profundos a través de la interpretación dancística, ya que, el baile es un poderoso medio de expresión y una excelente oportunidad para conocer gente. En el baile expresamos nuestros deseos incluso hasta nuestros miedos, por lo que, el baile es algo inherente al ser humano, los que no se pueden comunicar con palabras lo hacen a través del movimiento de su propio cuerpo, el baile es una puerta siempre abierta al mundo que nos rodea.
Otro aspecto, quizá el más sabroso e interesante en el caprichoso deseo de bailar, es sin duda la acción de abrazar, que en sí es una de las más puras formas de intimidad física y, para no ir más lejos, hasta se cuenta con tratados científicos como “La Abrazoterapia”, que es un medio terapéutico para la superación de problemas en base a la energía que se genera en el acto de abrazar, de verdad, es muy rico abrazar, de esto no tengo la menor duda, el cuerpo lo necesita.
El abrazo dancístico, es uno de los elementos distintivos que determinan lo que son los llamados “bailes de salón”, es decir, con parejas enlazadas y, curiosamente el baile o danza se inicia de la misma forma que el comienzo de nuestras vidas, abrazando a una persona extraña, muy posiblemente el deseo de bailar se traduce en la necesidad psicológica de abrazar y que mejor que sincronizando los cuerpos al compás de la música, rompiendo las barreras que distancian físicamente entre hombre y mujer, aquí sin duda le damos toda la razón a Bonifacio, el del famoso mambo que le gusta bailar “bien pegadito al oído”….
No quisiera terminar esta breve reflexión, sin mencionar al perverso deseo que algunos bailadores tienen “impregnado en las arterias”, me refiero al exhibicionismo crónico, bailar para que la gente los vea, claro que es válido y se manifiesta en todos los salones de baile, plazas públicas y demás lugares propios para esta actividad.
Desde el bailador experimentado hasta el principiante alumno de academia que espera con ansia la ocasión para poner en práctica el pasito, o la figura de la semana, a este grupo, lo que menos les interesa es la acción de abrazar y lo sensual que esto implica, se pierden de mucho estos bailadores cuando la rutina mata a la sensualidad, la coquetería y lo lúdico que abarca todo baile de salón.
Por supuesto, que hay mucho más motivos que inducen al deseo de bailar ¿Cuál es el tuyo?
Finalmente, podemos concluir que el baile y su fulminante deseo, satisface las necesidades más profundas del género humano, ya que de una manera
tajante rescata nuestra interioridad, nos iguala con los demás y nos ofrece el gozo de una comunicación ilimitada que es totalmente incluyente, por lo que, podemos considerar este fenómeno como el concepto “La universalidad del baile, sí de este baile en brazos extraños.
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