BIENVENIDOS A SU DANZOTECA 5

Su amigo, Ing. Javier Rivera (Danzonero X), les da una cordial bienvenida a este nuevo espacio alternativo donde pondré el historial de documentos, textos y materiales relacionados con el danzón y sus circunstancias. Cualquier aportación será bien recibida.

viernes, 8 de marzo de 2024

EL DYBBUK DANZONERO

 Por Leonardo Rosen “El Brujo del Danzón”

Extracto del Boletín Danzón Club No. 145 (Marzo, 2022)

Me llamo Isaac Kaplan, soy mexicano, judío y aficionado del danzón, nací y habito en la Ciudad de México, viudo, padre, abuelo, y tengo 75 años de edad. Mi queridísima esposa (QEPD) y yo nos iniciamos en el danzón hace muchos años, ella falleció hace 17 años y me jubilé de mi joyería hace 15 años. He seguido en el ámbito del danzón donde tengo a muchos amigos y me conocen como “Izzy”. 

Tomo fotos y videos y hago comentarios en mis transmisiones desde el Salón Los Ángeles y los otros centros de baile. Todo el mundo me conoce por mis fotos en Facebook, especialmente de las hermosas y elegantes damas del danzón, quienes aprecian mi caballerosidad. No me he vuelto a casar, pero mi vida es muy rica y divertida, salvo por un suceso muy extraño, pensarán que lo que les contaré a continuación es pura ficción, y yo lo he pensado también, si este episodio no me lo hubiera sucedido a mí.

Verán, hace tres años, fui a un evento dominical de danzón al Salón Los Ángeles, como solía hacer. 

Entré y me dirigí a mi mesa preferida cerca del escenario, en el trayecto saludando calurosamente a mis amigos y amigas, como es costumbre, saqué mi teléfono celular con el fin de tomar fotos y videos y también, bailar. La muy renombrada Danzonera “Tentación” estaba tocando, me sentía en mi mero mole, feliz y dichoso, pero, de repente, perdí el conocimiento al grado que no recordé nada, y fueron mis amigos a mi mesa a contarme lo sucedido Según ellos, de repente apareció en mi cara una mueca de furia y odio, y empecé a insultar y a despreciarlos sin razón alguna, diciendo cosas tales como “No sabes bailar el danzón.” y “Eres fea.” Después de dos o tres minutos casi me desmayé, permaneciendo con los ojos cerrados, pero no me caí, y cuando abrí los ojos, ya había regresado a la normalidad Los amigos estaban completamente aturdidos, y me dijeron, “Ese no eras tú, Izzy. ¿qué te pasó?. Si es tu idea era el de gastarnos una broma, pues fue de muy mal gusto.” Les escuché muy consternado, les pedí perdón y les expliqué que no recordaba nada de lo que había pasado. Después de reflexionar su indignación, me perdonaron, en voz baja, algunos me dijeron que tal vez era el preludio a una apoplejía. 

Les prometí que yo iría a ver a mi médico lo más pronto posible y muy avergonzado, me despedí. Mi doctor me examinó y ordenó hacerme unos estudios y después, me dijo que yo estaba bien, no comprendía el porqué tuve ese bochornoso episodio, tal vez una reacción alérgica, me recetó unas pastillas y me dijo. “regresa si algo sucede.” Volví a hacer mi vida normal y por un buen rato, todo marchaba bien.

Tres meses después, asistí a otro evento al Salón Los Angeles, y yo estaba bailando el danzón, “La La” con una de mis damas favoritas, Xitlali Montes, guapa, elegante y muy buena amiga. De repente, mi cerebro se apagó y no tengo memoria de lo que sucedió y, otra vez, sólo sé lo que mis amigos me relataron cuando me recuperé el estado mental normal. Dijeron que en plena pista de baile, le pellisqué a Xitlali el trasero, y le grité que era una “p—a”. Según me comentaron, regresé a la mesa, tiré las bebidas de los amigos al piso, y los amenacé con darles una tremenda paliza, llamándolos “¡P-----s c-------s de m----a!”, estuve al punto de hacerlo cuando volví al conocimiento normal. Desde luego, esta vez los compañeros estaban horrorizados, y ¡con mucha razón! Fito Prado, un psicólogo, me agarró por los hombros y me sacó del salón, sin darme un momento para pedir perdón. Este amigo me dijo, “Izzy, es posible que tengas una enfermedad mental, demencia, esquizofrenia u otro desorden, no sé cuál, tienes que ir a una clínica de psiquiatría y neurología para estudios lo más pronto posible y me recomendó una de las mejores. Mi amigo, no puedo permitirte a continuar así,” Yo estaba aterrorizado por lo que me había pasado y, por supuesto, me interné para toda una serie de estudios en dicha clínica, electroencefalogramas, estudios de sangre, orina, heces, funciones neuromotores, tomografía del cerebro, entrevistas largas con psiquiatras y no sé qué más por varios días. A la consulta final, una especialista muy destacada en neurología y psiquiatría, me dijo, “Señor Kaplan, en todos nuestros estudios no encontramos nada fuera de lo normal, es la primera vez en que veo este tipo de padecimiento y seguimos investigando, por favor, venga a verme una vez al mes de ahora en adelante.” 

Regresé a casa pensando que era el fin de mi vida como la había conocido, yo no podía regresar al danzón por miedo a repeticiones de estos episodios agudos.

Resido en un departamento “condo” muy amplio y cómodo en Polanco, en un edificio “art deco” y tengo amistad con varios de mis vecinos, uno de ellos es Samuel Cherofsky, un judío ortodoxo, lo que no soy. Sin embargo, tenemos una muy buena relación. Le invité a mi departamento para tomar un café, porque quería hablar de mi situación con alguien no vinculado con el danzón. Samuel me dijo, “Ya que los médicos no encontraron nada, debemos considerar una posibilidad más allá de la ciencia”, “¿qué es eso? “Sé que eres un judío moderno, pues lo que voy a decirte te va a parecer nada más superstición”, ¿sabes algo del folklor judío?, entonces, sabes lo que es un dybbuk.” “Espérate, no inventes, ¿Crees en el dybbuk? “, le pregunté, “no digo que sí, pero no digo que no.”, respondió mi amigo. “Como sabes, el dybbuk es el alma de una persona muerta, por lo general, una persona mala que no acepta la muerte y posee el cuerpo de una persona viva, lo que podría destruir la vida de su anfitrión, “pero, es pura superstición. No creo en eso”, pero Samuel, continuó, “No soy jasídico (tipo de judío ultra-ortodoxo), pero aquí en la CDMX, hay un rabino jasídico que tiene la fama de ser tzaddik (un hombre virtuoso con poderes milagrosos), además es entrenado en el exorcismo.” “Pero, ¿qué pasa si el demonio no es judío?”, de lo que entiendo, no importa si es judío o no, ¿qué puedes perder, sino un pequeño donativo a la sinagoga de este rebbe (rabino)?, podría valer la pena.” Por fin, le dije “Ya que estoy espantado y desesperado, vámonos a ver a ese rabino, por favor, haz la cita, mi amigo.”

Fuimos a un pequeño shul (sinagoga) en un barrio sencillo de Tecamachalco, a la puerta, el rebbe, Méndele Schwartz, nos saludó, “Bienvenidos, adelante. Lo conozco Cherofsky, pues, usted ha de ser Isaac Kaplan, ¿verdad?, “Sí, rebbe, mucho gusto.” Rebbe Schwartz era alto de estatura, delgado, un poco pálido de color, vestido de negro, con su talis (chal para oraciones) y su yarmulke (casquete/gorrito siempre llevado por un judío ortodoxo)). Era mayor de edad y con su barba impresionante que le daba cierto parecido con Abraham Lincoln, judío. Como requisito en su religión para una ceremonia, asistían diez hombres (minyan), vestidos al estilo jasídico. No perteneciendo a ese tipo de judaísmo, me sentía muy nervioso. “¿Está listo, Kaplan?” “Espero que sí.” “Tome un asiento. No queremos que se caiga.” Todos nos sentamos, salvo el rebbe, y hubo un momento de silencio, que me parecía muy largo. El rebbe empezó a recitar en voz fuerte oraciones del Antiguo Testamento en hebreo, y los hombres las repetían, esto duró mucho tiempo, y yo, entré en un trance, pues no tengo memoria de lo que sucedió, salvo lo que el rebbe y Samuel me relataron después. Según, el rebbe habló a mi cuerpo, “Baruch Atá Adonai, (nombres para expresar D—s, cuyo verdadero nombre no se puede pronunciar por los judíos ortodoxos. Quiere decir, “Bendito es Usted, Señor.”), ¿Quién es usted?, otra voz, no la mía, dijo, “No le digo nada.” “El poder de D—s le manda que conteste.” “¡Ay!, me llamo Jóssele (José) Mándelbaum, déjeme salir de este lugar.” “No puede irse, ¿por qué ha poseído el cuerpo de este hombre?” “¡Ay!, Isaac me robó la única mujer de me mis sueños. Hace muchos años aquí en la Ciudad de México, yo me estaba enamorado de una joven, Miriam Shapiro, es decir, yo estaba obsesionado con ella y sólo quería poseerla. Ella rechazó mi proposición de matrimonio, diciéndome, “Jóssele, eres un hombre muy malo, muy cruel, capaz de cometer pecados terribles, pues, no me caso contigo, me voy a casar con Isaac, un hombre decente, honrado y bondadoso que sabe lo que es amar con el corazón puro, “cuando tú dices “amor”, es blasfemia, “desde entonces, he querido vengarme a Isaac, pero durante la vida, nunca encontré cómo hacerlo. Al morir, me hice caso de que si rechazara la muerte, mi alma podría poseer el cuerpo de Isaac, y podría destruir su vida de la manera más horrible y dolorosa. Es lo que apenas empezaba a hacer cuando Isaac llegó a usted, rebbe, quiero quedarme en su cuerpo para terminar mi venganza”, “No, en el nombre de D—s, le mando a salir ahora mismo.” El dybbuk gritó, “¡No, no, no!”, el rebbe comenzó a recitar frases de poder del Salmo #91, con la repetición de los hombres del minyan. El dybbuk gritó con locura cuando oyó esas palabras sagradas”. 

Al terminar esta recitación, el rebbe en voz tronosa le dijo al Dybbuk, “Con toda la autoridad de D—s, le mando salir de este cuerpo, ¡D—s es todopoderoso, y usted es un pecador impenitente!”, entonces, una especie de humo apareció saliendo de mi boca, sino tenía una cara fea, torcida y maligna, la de Jóssele. Me dijeron que había en el piso una antigua caja de madera grabada con letras de hebreo (kufsat dybbuk), abierta, en el piso cerca de mi cuerpo. No tenía una chapa para una llave. La tapa tenía algún pegamento a sus bordes por dentro había una pequeña hoja de pergamino con palabras en hebreo pertenecientes las Escrituras. El rebbe le mandó al demonio a entrar en la caja, pero el dybbuk se detenía, hasta que el rebbe pronunció, “Baruch Atá Adonai”, y por fin, entró en su nueva jaula. En seguida, el rebbe selló cerrada la caja. El dybbuk dio su último grito de rabia y entonces, hubo un silencio muy pesado. Después, el rebbe y los hombres del minyan pronunciaron la última oración, dijeron, “Omeyn” (“Amen”) y todo fue hecho. Más tarde, me dijeron que el rebbe Schwartz llevó la caja a algún bosque lejano y enterró la caja a bastante profundidad. Según su juramento sagrado, nunca iría a revelar su ubicación.

Dos meses después y sin trastornos médicos o espirituales, decidí volver a mi querido pasatiempo, el danzón. Cuando entré en el Salón Los Ángeles, todo el mundo me miraba con curiosidad y nerviosidad, me dirigí al escenario y le pedí permiso al gerente del salón para decir unas breves palabras a los amigos por el micrófono. Les mostré una venda de color blanco debajo de la oreja izquierda y les dije una mentira. Expliqué que mi conducta extraña fue debida a un pequeño tumor benigno que apresuraba varios nervios, que tuve una cirugía exitosa para extirparlo y que ahora estaba muy bien de salud. Les pedí perdón por mis actos irracionales en el pasado, entonces, recibí aplausos, abrazos y besos, por supuesto, no podría decirles que yo había sido poseído por un demonio y que tuve un exorcismo para sacarlo. ¡Me habrían considerado más loco que nunca! Ahora, estoy otra vez en mi “mero mole”, bailando danzón con Xitlali Montes sin ningún problema.

Advertencia: Es verdad que se puede comprar “cajas de dybbuk” en la red de eBay. son viejas y con buen trabajo artesanal, pero, no son las verdaderas, sin embargo, cabe la posibilidad de encontrar una verdadera entre ellas, ¿qué podría pasar? También, si vas a una tienda o bazar de antigüedades y ves una caja antigua de madera sin chapa grabada con letras de hebreo, ¡Corre! La peor preocupación es que algún idiota compre una caja de dybbuk verdadera y decida a romper el sello por fuerza y abrirla. ¡Baruch Atá Adonai!

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INSCRIPCION A LA ASOCIACION MEXICANA DE DANZONERO

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