Por Luis Pérez “Simpson”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 143 (Enero, 2022)
Por el titulo podríamos pensar que se trata de una película mexicana de lucha libre de los años 60’s donde el héroe seria el “Danzón Enmascarado” contra el “Villano Coronavirus”, pero no, se trata de una realidad epidemiológica que estamos viviendo los bailadores, que bien podría resumirse en una frase “La pandemia sigue y, sigue el danzón”.Por fin llegó el día, la actividad dancística ha medio despertado con el color verde del “semáforo epidemiológico” y, con ello la reapertura de los Salones de Baile en la CDMX, pero, lamentablemente algunos de ellos tuvieron que cerrar sus puertas para siempre al no poder soportar la crisis de más de un año sin actividad.
Contrario a lo que se esperaba, la respuesta de los bailadores no ha sido del todo satisfactoria y, esto es importante ya que, el aforo de bailadores a los salones de baile es un termómetro que nos indica “el cómo” se encuentra la motivación dancística en esta gran metrópoli, considerada, con sus debidas reservas como “La capital del danzón”.
Por otra parte, también es cierto que las plazas públicas donde existe de manera “gratuita” la oportunidad de bailar danzón y otros ritmos, son otro indicador que nos da una idea del aforo y frecuencia de los bailadores, aunque este parámetro resulta algo engañoso, ya que, siempre existirá un sector de personas que pasando por ese espacio y aprovechan la ocasión para “raspar la suela”, además, otro grupo que solo juegan el rol de espectadores y curiosos.
Este retorno moderado a los salones de baile es por así decirlo, un “parteaguas”, empezamos una nueva era, “Los bailes de mascarillas”, caracterizados por una serie de cambios tanto en el espacio bailable como en conductas de los bailadores y, por mucho que digamos, sabemos bien que ya no es lo mismo, ¿por qué?, simplemente desde el hecho de portar la incómoda “mascarilla o cubrebocas”, caretas, incluso guantes, el guardar la “sana distancia” que en el mayor de los casos resulta contradictorio, ya que mientras las mesas se ubican conservando la distancia recomendada, en la pista no sucede lo mismo, las parejas bailadoras no respetan la “sana distancia”. Es notorio que el personal de los salones de baile no puede controlar el comportamiento de los bailadores, no faltan los casos de que, ya sea por la emoción o, por los efectos relajantes de bebidas alcohólicas se olvidan de portar el obligatorio “cubrebocas” en plena pista de baile.
Huelga decir, que en ninguno de estos recintos en la CDMX, cuenta con un sistema de rastreo de contactos para la identificación del llamado clínicamente “El paciente cero”, claro, que esto es muy sofisticado y costoso.
Como dije anteriormente, ciertos salones de baile en que se bailaba danzón tuvieron que cerrar, esto, provocó un “efecto cucaracha” totalmente normal, los bailadores que eran asiduos parroquianos a estos recintos ya cerrados tuvieron que emigrar a los que libraron la crisis de inactividad y, aun así no se ve una afluencia considerable. Hay otros factores que también influyen en el bajo aforo, como son el económico y el miedo al contagio.
El factor económico, de principio, lo vemos reflejado en el aumento de precios para el acceso a los salones de baile, además, por supuesto en las bebidas y alimentos que dentro de ellos se expenden, claro, resulta muy razonable, después de un largo receso, se tienen que ir recuperando económicamente, por tanto, es muy importante seguir apoyando con nuestra asistencia a fin de preservar estos legendarios e icónicos recintos.
Para mala fortuna, esta reapertura coincide con un momento ostensiblemente inflacionario que le ha pegado con todo a los precios al consumidor, ni la “canasta básica” se salva y, por consiguiente, mucha gente se tiene que “apretar el cinturón” y dejar en segundo término las actividades de esparcimiento como el ir a bailar a los salones, claro, tienen el recurso cada vez más notorio de ir a la plaza pública donde es “gratis”, claro que no, las orquestas, sonido se pagan con dinero de nuestros impuestos, aparte que es una competencia desleal hacia los salones de baile; este impactante fenómeno, ya hace bastantes años lo había detectado con puntual oportunidad Don Simón Jara, toda una autoridad en materia de danzón y gran promotor de salones de baile.
Cabe hacer mención a las estoicas orquestas que aguantaron los embates de estar más de un año “inactivas”, se enfrentan ahora con esta cruda realidad, ya que mientras han surgido nuevas Danzoneras en la CDMX, se han reducido el número de salones de baile y espacios para el danzón dentro de sus programaciones, pero, afortunadamente ya se anuncian varios eventos presenciales de danzón en el interior de la republica para este año 2022 y, por consiguiente llegarán las respectivas y esperadas contrataciones.
Ahora, vayamos al “factor miedo al contagio”, que es en sí, muy respetable para aquellos que aun no se arriesgan a asistir a los salones de baile ni a las plazas públicas. Todos sabemos que el virus exterminador COVID 19 no ha desaparecid
o, siguen los contagios y fallecimientos aun en personas ya vacunadas.
También tenemos conocimiento que las personas más vulnerables son los de la tercera edad y este grupo representa la mayoría que asiste a los salones de baile, en especial donde se baila el danzón, si a esto le agregamos que por datos estadísticos y, a pesar de las debidas precauciones el virus se extiende con mayor facilidad en espacios cerrados tales como estos salones de eventos, en donde en promedio se pasan 5 horas seguidas respirando el mismo aire.
Finalmente, el panorama para los salones de baile y la actividad dancística no resulta nada halagador, ahora, con la propagación de la nueva variante Ómicron, que esta manifestándose principalmente en Europa con niveles críticos de contagio que han obligado a la aplicación de confinamientos y medidas más rigurosas a la movilidad. No se descarta, ojalá me equivoque, que en poco tiempo tengamos en México algo similar y, se tengan otra vez que cancelar eventos de danzón ya programados, no olvidemos que esta nueva variante del virus presenta gran proclividad al contagio, a sabiendas que ya se han detectado contagios en México.
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