Por: Dr. Jorge de León Rivera
Extracto del Boletín Danzón Club NO. 156 (Febrero, 2023)
La causa principal de la migración cubana al puerto de Veracruz, fue la prolongada lucha de independencia de España. José Martí, quien estuvo en el puerto en dos ocasiones, en 1894, su segunda estancia no arribó por mar, si no que proveniente de Los Estados Unidos lo hizo por tierra, nombrando al puerto de Veracruz como “La casa hermana de todos los cubanos peregrinos”. Roberto González Echeverria nos dice: que el beisbol, el baile y la literatura se aliaron en la Historia cubana, junto con el proceso político para dar forma a una nueva nacionalidad.
En cuanto al danzón, Natalio Galán discurre: “si la danza se integró a la guerra de los diez años, encontramos en su lugar al danzón en la etapa “martiniana”, y uno titulado “La Leonora” cerrara el homenaje que se rindió a Martí y a Doña Leonor Pérez el 26 de diciembre de 1887 en Nueva York. No es posible crono metrizar una carrera con más exactitud, como las guerras del 78 y 95 lo hicieron con el danzón que se coló como un maceo de orígenes humildes uy campeó dominando musicalmente convertido en otro símbolo de unificación. El danzón y ola gesta libertadora fueron al parejo en su desarrollo y cada compositor un ignorado soldado que enarbolaba su clarinete o cornetín, no para tocar La Diana sino para alterar la atmosfera cubanamente cual se había anticipado en la danza. Si la danza era apagada con una inquisición sutil, al danzón nadie le pudo interrumpir su cinquillo, secciones contrastadas, instrumentaciones tan diáfanas como la conciencia de cubanidad que se había definido con El Pacto del Zanjón.
En Veracruz puerto, la importación y consecuentemente la adopción del danzón consolidó un dialogo añejo entre los mares del Golfo y del Caribe. La revolución mexicana y la intervención estadounidense de 1914 no interrumpieron la impronta de la música venida de Cuba, tanto es así, que en el Archivo General de Veracruz se localizan programas impresos donde se anuncian los bailes que tuvieron lugar en El Centro Recreativo de Obreros, con las orquestas de Severiano Pacheco y la de Alberto González compuesta por doce músicos; una Gran Gala fue organizada en 1911 en honor del gobernador, León Aillaud. En uno de esos singulares programas se da la noticia, que por primera vez se tocaron danzones compuestos a partir de las óperas “la Tosca, La Bohemia, Payasos, y Caballería Rusticana”, además, un dato curioso, no se admitirán mujeres de mala nota ni individuos sin camisa y sin calzado o armados, ni tampoco, niños en brazos, ya que el lema de dicha institución era “Orden, Respeto y Moralidad”.
Otros lugares donde había bailes eran “El Recreo Veracruzano y El Trianón” donde tocaba frecuentemente la ya llamada Danzonera de Agustín Pazos, quien dicho sea de paso, registró en 1913 el danzón “Variedades” quien lo compuso al alimón con José María Santiesteban en 1916 y 1917, el propio Agustín solicita el derecho de autor para los danzones “Veracruz Siempre Mexicana” y “Maciste en el Centro Gallego”, “La Lonja” y “El Centro Veracruzano No”.
El danzón estaba siempre presente y llegó Acerina a mediados de la segunda década, arribó al puerto, el santiaguero Consejo Valiente Roberts, cuyo nombre es en sí algo extraordinario, bailarín y contorsionista agrupado en un género conocido coloquialmente como “Bufos Cubanos” quien con el paso del tiempo se convertiría en timbalero, llegando a tocar o sonar con las filarmónicas de Agustín Pazos, Víctor Manuel Sánchez y Camerino Vázquez.
En 1926, Acerina emigró a la Ciudad de México, avecindándose en la colonia Guerrero y se convertiría en la fulgurante estrella del Cabaret o Salón México, situado en las calles de Recabado y Pensador Mexicano, donde tocó por mucho tiempo bajo el rubro de “Acerina y su Danzonera”. En contraportada de un disco de edición limitada, Consejo Valiente, expresa que “si bien nació en Cuba, Veracruz era su segunda patria”
En cuanto a los danzones grabados en discos de acetato de 38 revoluciones por minuto, Lucas, cuyo apellido se ignora, fundó una antojería y cafetería en las inmediaciones del Parque Zamora en Veracruz, tenía una buena colección de danzones con los que deleitaba a los porteños, cuatro radiodifusoras pioneras, la XEV, Eco de Sotavento, La WETF y La voz de Veracruz, incluían un día sí y el otro también su abundante elenco “danzoneril”.
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