Por Alejandro Cornejo Mérida
Extracto del Boletín Danzón Club No. 125 (Julio, 2020)
Ponderado por la vida
con garbo me encamino
a la cita del placer,
donde se mueve mi ser
sonriente y optimista
al vaivén de mi danzón.
Toda mi alma se engalana
como canto de gorrión,
que tierno y endulzado,
a mis tímpanos ufanos
fueron, y a mi existencia,
amorosa y optimista,
de alegrías la vistió.
Jovial, ligero y radiante,
como espuma perfumada,
como aire venturoso,
a las pistas del danzón
llegué a gozar el ritmo
planeado en sutiles tandas,
flotando en armonía
con las notas de un timbal.
Envuelto en el montuno,
jubiloso y celestial,
cautivado el corazón
por derroches del vaivén
y enlazados con ternura
me aproximo a la mejilla
y al panal de labios rojos
que despierta mis antojos.
Y un suspiro inesperado
vibró en todo mi ser
liberando la energía,
de ese encanto femenino
que obedeciendo al destino
las Palabras de amor
descargaron bello fuego
Aromático romance
que con magia seductora
de floreos majestuosos
y pasos acordonados,
me dieron sutil amparo
en acogedores brazos
La nobleza y la cadencia
de ese danzar divino
que engrandecen tu figura,
me motivan reina mía,
como si fuera un debate,
aplicarme en la bailada
preparando bien mis brazos
y lucir un buen remate.
Un remate encantador
con tu gloria soberana
que se goza en permanencia
como un ritual sagrado
que lealtad y honor exige
con fervor y acatamiento
a la regla del mandato.
Gozando en este presente
las delicias del danzar,
regocijo mis Pupilas
al mirar tantas beldades
de excelencia divinal,
de admirados coqueteos
derramados a caudal.
Clarinetes y trompetas
timbales y gúiros finos,
cadencias en tempestades
giros, planchas y paseos,
columpios y balanceos,
del danzón son los pilares
que engrandecen mis deseos.
Buenos danzones disfruto
deslizando suaves mis pies;
embrujado me deleito
con Juárez y Nereidas;
y con gusto yo les digo:
“si Juárez no hubiera muerto”
bailaría con delirio;
el danzón El Automóvil
que gustaba a Don Porfirio.
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