Por Enrique Guerrero Rivera “Aspirante Eterno”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 126 (Agosto, 2020)
Desde la calma del aislamiento, un saludo cordial.
Esta vez he de compartirles el proceso en cómo me vi atrapado y fascinado por esta pasión del bailar, escuchar, comprender el ambiente de baile, y dar inicio a investigar todo lo relacionado con el sabroso ritmo que es el DANZÓN. Esto se inició en el año 2001, y buscando una actividad de recreación que nos diera una nueva vida de hacer cosas en unión entre mi esposa y su servidor. Para esto contaba con más de 50 años. Mi encuentro con lo relacionado con el baile, la música y su cultura, era una aventura, pues desconocía en su totalidad todo lo relacionado a este ritmo, al grado que para mi únicamente NEREIDAS era el danzón que existía, pues en mi adolescencia tuve la circunstancia de escucharlo en la Zona Roja de esta ciudad de Querétaro y esa era la única referencia de su existencia.
Así que de entrada mi rechazo a involucrarme en este ambiente, fue inmediato, sin embargo la tenacidad de mi esposa para qué aprendiéramos a bailar, me comprometió, y acepté tomándolo como un RETO personal, y nos inscribimos en el grupo de Danzoneros de Querétaro Jardín del Arte para iniciar el encuentro. Como era algo totalmente nuevo para nosotros, cualquier pareja del mismo grupo más adelantada en su práctica, los admirábamos, mayor fue nuestra sorpresa cuando pudimos ver actuaciones de parejas de la ciudad de México, asiduos asistentes a los salones de baile como lo es Don Pedro Velázquez y su señora esposa Maria Elena, a la pareja Luis y Velia Peña, a Maru y Freddy, sin olvidar a Arturo Sánchez y su esposa doña Guille, además de las parejas jóvenes del grupo Tres Generaciones de Danzón Veracruzano que evidentemente tenían un gran lapso de su vida bailando, y su sincronizada expresión corporal aunada a un excelente manejo del ritmo, mostraban un nivel de vistosidad y perfección, lo que los convertía en iconos de cualquier bailador, sobre todo a quienes éramos aprendices, totalmente novicios, nos hacían ver que estábamos muy lejos de lograr un nivel cercano a su técnica de bailar.
Los instructores del grupo en que nos inscribimos, en ese entonces Arturo Ugalde y su esposa Dolores Moreno, emplearon el método de instrucción que habían recibido de parte de varios bailadores o instructores que los habían enseñado a ellos, y al no tener conocimiento de teoría musical elemental, les dejaron como técnica “académica” el aplicar en todas las parejas del grupo, la forma pragmática de enseñanza, la de contar siguiendo la cadencia del ritmo utilizando siempre los once pasos que corresponde a 4 compases binarios, no importando la métrica de las líneas melódicas, más para la impronta usada, esto no tiene relevancia. Así que animados a estar en una actividad de pareja, nos dejamos llevar por la euforia que resulta el sentir cerrar sincronizadamente los pies al término de cada parte de cualquier danzón, lo cual nos hacía percibir el avance en la sincronización del movimiento nuestro propio cuerpo con las notas de la música. Esta primera etapa del proceso fue de ADMIRACIÓN por las parejas que formaban la élite danzonera en la república y creció mi fascinación por conocer más acerca del Danzón.
Pasando un año y seis meses aproximadamente de práctica semanal por dos horas, de manera sabatina y asistiendo más o menos constante a los talleres, fue que por fin logré sincronizar el movimiento de mis pies con los acentos fuertes y los tiempos débiles de la música del Danzón en base a estar en constante conteo primero en voz alta, y después de forma mental, sentía que por fin era capaz de bailar un Danzón junto con mi esposa respetando los “remates” y los enlaces en el séptimo compás, sobre todo terminar siempre con los pies juntos en el conteo del número 10 que corresponde al pié derecho del caballero, todo este conjunto de reglas eran la PREMISA que nos habían recalcado, hacían a una pareja verdaderos bailadores de Danzón, y de manera obsesiva, de forma totalmente consciente, sacrificábamos el aspecto lúdico del bailar, por estar absortos al conteo mental de los once pasos y sobre todo al cambio de sonido de la música que nos indicaba el término de una parte del danzón, este avance nos hizo ser llamados a formar parte del grupo representativo de Danzoneros de Querétaro Jardín del Arte y mayormente a ser tocados en nuestra vanidad al obtener a veces elogios de parte del público. Todo esto dio inicio a una etapa más del proceso de mayor involucramiento en lo que respecta al Danzón.
Con mayor confianza en nosotros mismos, ahora asistíamos a los eventos y aniversarios de varios grupos en la república, en donde participábamos en las MUESTRAS NACIONALES DE DANZÓN con el grupo, y con la firme convicción de ser ahora aspirantes a iniciar ser parte de la élite danzonera.
En mayo del 2002 iniciamos el Curso de Formación de Promotores de Danzón que el CENIDAAC auspiciaba en diferentes sedes iniciando en el puerto de Veracruz en que el grupo de Miguel Zamudio efectúa su evento anual, teniendo una serie de actividades de historia del Danzón en México, charlas con varios investigadores como Rafael Figueroa, Gabriel Figueroa, el mismo Jesús Flores y Escalante y su socio, Pablo Dueñas, la señora Rosario Manzano, la Sra. Amparo Sevilla. Esta etapa despertó un inusitado interés en mi interior por saber lo más posible de la CULTURA DEL DANZÓN EN GENERAL, y me procuré los libros que existen en nuestro medio acerca de la historia del danzón. Una vez que los leí cuidadosamente, hubo algo en su interior que mucho me llamó la atención, y fue la ausencia de menciones de la teoría básica musical dentro de la técnica de baile, mucho menos explicaciones del porqué se debía de aplicar siempre once pasos, y mi asombro crecía ante la enorme respuesta de grupos danzoneros, tanto de los pioneros como de los de nueva creación, a la convocatoria de los grupos Precursores del Danzón a nivel Nacional para participar en las Muestras, así que decidí inscribirme en la carrera de ANTROPOLOGIA SOCIAL en la UAQ para obtener la metodología de investigación adecuada y con bases académicas, proceso al que solo asistí por dos semestres. Sin embargo continué siendo autodidacta en la antropología social y seguí buscando material que pudiera ayudarme a saber y comprender el porqué del fenómeno social de hacer tan enormes sacrificios tanto económicos como físicos para estar bailando en escenarios de parte de grupos danzoneros de las lejanas fronteras.
Les ofrezco la más sentida disculpa por haber escrito en primera persona más debido a la esencia del título así lo debía de hacer. Agradezco su atención a toda esta historia personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario