Por Luis Pérez “Simpson”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 129 (Noviembre, 2020)
“Príncipe, tanto vive loco, que se vuelve cuerdo,
tanto de aleja, que al fin regresa,…”
François Villon (1431-1464)
A través de la historia, el baile y la locura han estado asociados, recordemos las epidemias de baile en La edad Media, que entre varias hipótesis se debía a la enfermedad diabólica de la locura, o, La Danza de los Locos en España y, en nuestro México, tenemos el tradicional “Baile de los Locos” en San Miguel Allende, Gto., en honor a San Pascual Bailón, en fin, me faltaría espacio para enumerar tantos bailes en alusión a los locos o a la “locura de bailar”
En la vida cotidiana, para no remontarnos tan lejos, con solo ver a alguien bailando solo en la calle, inmediatamente pensamos que “esa persona está loca”, esto, me recuerda a esa mujer bailando sola que aparece en una escena desarrollada dentro del ya desaparecido “Club Inspiración” en la película “Danzón” de la directora María Novaro
Bueno, tan solo el hecho de ir cada semana a bailar, ya sea una vez, no digamos varias, es motivo para que no pocas personas nos tilden de locos, pero, los locos también bailan y, la “locura también se baila”. Quien no ha escuchado “Locas por el mambo” creación del “bárbaro del ritmo”, Beny More interpretada por la orquesta de, Dámaso Pérez Prado cuya tonadita dice: “Quién inventó el mambo/ Que a las mujeres las vuelve locas/ Que a las mujeres me las sofoca/…”, claro, aquí se trata de otra variante de la “locura”, el desborde pasional por el nuevo ritmo que estaba de moda, también tenemos la locura como una visión cómica, los chistes de locos, pero, aterrizando en la cruda locura clínica, (privación del uso de la razón o del buen juicio), aunque, todavía hasta finales del siglo XIX, la locura se relacionaba con el rechazo de las normas sociales establecidas, como veremos más adelante.
Siguiendo la idea de locura y baile, encontramos este fenómeno ocurrido en un lugar impensable, ¿Se podrían maginar la existencia de un salón de baile dentro de un manicomio?
Pues, ¿qué creen?, realmente sí existió y no estoy loco, verán, esta sorpresa nos la da a conocer la escritora y actriz inglesa, Anna Hope (nacida en 1974), quién escribió una fascinante novela titulada “The Ballroom” (El Salón de Baile), cuya fuente de inspiración fue la historia de su tatarabuelo quién estuvo internado en el manicomio de Sharston.
La novela nos remonta al año de 1911 y se desarrolla justamente dentro de los muros de este temible Manicomio de Sharston, donde habitaban esos inquilinos llamados “locos” o “débiles mentales”, pero, hay que apuntar que en aquella época, no solo se enviaban a personas con trastornos mentales, también se solía enviar a los vagabundos, uno que otro malhechor, o cualquier persona que alterara el orden, así como, a políticos incómodos al régimen establecido, es decir, no todos estaban locos, lo increíble y fantástico es que tanto locos y cuerdos, todos los viernes por la noche dentro del manicomio tenían su baile en un salón elegante con hermosos vitrales y con “orquesta en vivo”, misma, que interpretaba principalmente valses de Strauss, cabe recordar que al Vals se le considera como el primer baile de salón.
Estos bailes semanales nos “igualan”, ya que, nosotros los asiduos bailadores de salón también asistíamos (antes de la pandemia) mínimo una vez por semana, lo mismo que los locos del manicomio ¿Cuál diferencia?, pregunto.
En esta sutil novela “El Salón de baile”, la trama gira en rededor a cuatro singulares personajes: El Dr. Charles Fuller, Ella Fray, John Mulligan y Clem.
El Dr. Charles Fuller, que es quizá, el personaje principal, ya que además de cumplir su misión de atender a los enfermos mentales, es a la vez el director y fundador de la orquesta de baile ¿no es sorprendente y maravilloso?, desde el inicio de la novela se perciben sus fervientes deseos de ayudar a los pacientes y, lo más importante, su revolucionaria idea en aquel entonces, de que a través de la música y el baile, los pacientes mejorarían. Esta idea terapéutica y profiláctica está vigente, por una parte muchos doctores recomiendan bailar como gran ayuda a prevenir o retardar el “Alzheimer” y otros trastornos mentales, vean la importancia de la teoría clínica del Dr. Fuller, quién se oponía radicalmente al uso de los métodos tradicionales contenidos en la "Ley de Control sobre los Débiles Mentales" que tenía entre sus propósitos practicar la eugenesia a los clasificados como “débiles mentales”. Sensacional el Dr. Fuller, aunque, “no era una perita en dulce”, conforme avanza la novela, este doctor adopta ciertas actitudes perversas.Vayamos con otro personaje, Ella Fray es una joven hilandera que trabajaba desde los 8 años en una fábrica de telares y, que por un acto de rebeldía, rompió una ventana de este taller, lo cual fue el motivo suficiente para ser internada en este Manicomio, lo que dijimos anteriormente, no todos padecían trastornos mentales. A muchos pacientes según su grado de locura les asignaban tareas y a Ella le encomendaron trabajar en la lavandería, tremenda labor, ¿se imaginan los fétidos olores y el estado de la ropa que tenían que lavar el equipo de lavanderas?
El tercer personaje, John Mulligan es un irlandés deprimido por el fallecimiento de su hija, con lo que perdió las ganas de vivir y, en “un acto de locura”, decidió voluntariamente internarse en este manicomio como un sitio ideal para sobrellevar su “tremenda” depresión. Ya internado y por su fortaleza física, le asignaron la tarea de ser el sepulturero oficial, claro, tenía dos ayudantes y mucho trabajo.
Y, ¿Qué decimos de Clem?, otro caso especial, es una rica y joven heredera cuya “locura” es su pasión por la lectura y encuentra en los libros un medio para evadir la realidad que no se ajusta a sus necesidades. En la novela, Clem ayuda mucho a Ella y entablan una muy buena amistad.
Bien, siguiendo la trama de esta novela, los bailes de los viernes en este manicomio, eran sin duda la única opción para los “débiles mentales” de sentir libertad y cierta “normalidad”, era el único momento en que se juntaban los hombres y las mujeres, ya que los demás días, ambos estaban separados en diferentes pabellones.
Ahora que llevamos seis meses de enclaustramiento, como añoramos esas visitas al salón de baile, creo que en esto “nos llevan ventaja” los inquilinos de aquel manicomio, tener su propio y elegante salón de baile.
No podía faltar en esta apasionante novela la historia de amor, cuyo comienzo fue justamente cuando Ella resbala cerca del cementerio y John la ayuda a levantarse, ese primer contacto fue definitivo ¿amor a primera vista?. Días después, Ella y John se vuelven a encontrar, esta vez el viernes por la tarde en el Salón de Baile, el contacto sigue pero esta vez en forma exquisita de bailar enlazados con la música de Strauss desapareciendo como por arte de magia esa sensación de tedio y encierro que los asalta día a día, obviamente, ya se imaginarán, Ella y John se convierten en una amorosa pareja de baile que cambiará sus vidas para siempre. Cada viernes se convertirá para ellos en un profundo anhelo por verse, cada baile generará en ellos una dulce sensación de evadir la realidad, les dará nueva vida y esperanza, pareciera imposible pero, ¿quién iba a imaginar que en el manicomio Ella y John iban a encontrar la felicidad? Las historias se repiten, ¿cuántos romances se han dado dentro de un salón de baile?, son cuantiosos los matrimonios tuvieron su inicio al conocerse en uno de estos lugares de esparcimiento, miren, hay parejas de baile famosas en los salones de baile, lo mismo en las películas, sin embargo, la pareja de baile de Ella y John, me deja un sugerente sabor, quizá, por la caprichosa manera que el destino los puso en un mismo camino, su comunicación a través de “cartitas de amor” que, usando su ingenio se hacían llegar, esto sí para mí es un “tierno amor de locura”.
Pero, este romance no permanece estático, ni cae en el conformismo, aparecen en escena la intriga, el drama, sobre todo, la audacia y, ¿qué creen?, lo inesperado, Ella y John comienzan a planear “el gran escape” y vivir su historia fuera de ese nosocomio psiquiátrico, ¿lo conseguirán?, le agregamos suspenso y eso lo verán leyendo el epilogo donde Anna Hope nos narra el destino de cada personaje. No dudemos la “posibilidad” de encontrarnos con esta singular pareja bailando en uno de los Salones de Baile, claro, cuando estos vuelvan a abrir sus puertas, ó, quizá mirándonos en el espejo.
Como conclusión, "El salón de baile", bien podría considerarse como una historia de amor, su lectura nos refleja de una manera sutil que el amor y el baile pueden ser la salvación en determinados momentos críticos, tal vez, hasta el lector amante del baile de salón, se llegue a identificar con algún personaje, es cierto, esta novela te atrapa, te estimula la imaginación y, conforme avanzas, le vas tomando cierto cariño a los personajes, tanto que hasta llegas a sufrir sus situaciones, muchas de ellas con el estigma de la injusticia.
No deseo narrar el final de esta novela, ni el destino del Dr Fuller, y lo hago a propósito para invitarlos a leer el libro de Anna Hope, aquí hago intervenir a la dulce Clem
y su “loca” pasión por la lectura.
Termino con esta frase de Edwin Denby:
“Hay un poco de locura en el baile que hace a todo el mundo mucho bien”
NOTA: Terminando la narración de la novela, hay varias páginas de investigación que la autora realizó sobre este asilo, los personajes fueron reales y sacados de los archivos del manicomio. Este lugar ha sido motivo de escrutinio por muchas personas y, fue cerrado en 2003.
No hay comentarios:
Publicar un comentario