PIROPOS AL DANZÓN
Por Alejandro
Cornejo Mérida
Extracto del Boletín Danzón Club No. 49, Marzo, 2014
En estos bellos tiempos que gobiernan
mis otoños,
tranquilos, prudentes y risueños,
quiero mantener alegre mi afinada
lira,
borrar de mi mente la sombra de la ira
y vaciar de mi corazón los
sentimientos
gratos que son en mi vida la razón
de mi existencia. En esta época de
maduración,
quiero, jubiloso, cantarle a mi
danzón,
externarle mis piropos que bien
ganados
los tiene por su belleza, sus encantos
y su apostura,
que entre todos los ritmos, no tiene
comparación.
Tú, danzón de mis amores,
más que una romántica espinela
mereces una loa, un himno, una oda o
una rapsodia,
porque de luces y oro es tu historia;
lo digo convencido, fuerte y con
razón,
que ninguna melodía conquista
de humildes y soberbios, espíritu,
alma y corazón.
Todo mereces, danzón de mis encantos;
de alegría y de placer me brotan
llantos,
ya que tu rítmica y aristocrática
cadencia
mueve dulcemente a los perversos y a
los santos.
Danzón mágico, hecho de ternura,
para ti mis versos, elogios y mis
honores;
te llevaré en la piel y en la gracia
de mis humores.
y tus bellas notas serán mi inmaculada
mortaja
que habrán de relevar las coronas de
blancas flores.
Danzón que naciste de pulcra
inspiración,
que vives con destellos de abolengo,
en mi sangre rimbombante yo te tengo
y te defiendo de las voces desvalidas
que de vulgar y ruin te etiquetaron; que
te ofendieron
y te censuraron pero eliminarte no
pudieron
porque naciste fuerte y vigoroso como
el roble;
y aunque eres centenario, luces jovial
y gallardo;
en tu ritmo majestuoso llevas el
decoro,
la dignidad y la atrayente gracia
convertida en oro.
Danzón que seduces con tus encantos,
danzón de mil colores y ecos con sabor
a cielo,
con tus notas de elegancia me desvelo
y me inundas de placer y das consuelo
a mi corazón modelado de ritmo y
armonía;
gustoso, te recuerdo en la noche y en
el día;
y por doquier te sigo con mi sangre de
rojo carmesí.
Soy tu admirador apasionado y vivo
pensando en ti.
¿Cómo no rendirte apasionada pleitesía
si eres el señor de la elegancia,
de la finura, de la seducción y la
gallardía?
Como si fueras un santo, todos desean tocarte,
y así lo hacen los reyes de la
trompeta,
los magos del teclado y del trombón,
los genios del contrabajo y los amos
del saxofón.
La resonancia del clarinete, hermanada
a los metales,
armonizan con el güiro y la belleza de
los timbales.
Sempiterno danzón maravilloso,
donde quiera que mi corazón te
escucha,
me alegra tu exclusivo gesto airoso
que me hace sentir el gozo y una dicha
que es mucha,
que me envuelve y me hace afortunado
al sentir el placer en público o en
privado.
Terapéutico y saludable baile fino
que como el aire, recorres tantos
lugares,
ante ti el sombrero me quito y con
respeto me inclino
porque eres mi majestad y el más rico
de los manjares.
Danzón de mil fragancias,
resonancia íntima de seda, lino y
terciopelo
que acaricias de los humanos los
oídos,
¡sábelo! que tus notas zalameras
satisfacen mis anhelos
porque están fraguadas de diamantes
y engarzadas con hilos de ilusión y de
quimeras.
Danzón de presencia y esencias
habaneras
que acercas a las almas pulcras y
amorosas;
damas que se entregan aunque no les
lleves rosas.
Danzón de fuego hechicero
que controlas dulcemente el
sentimiento;
tus voces de ritmo fino me roban el
aliento
y preso, en tus bellas redes yo me
siento
jubiloso y orgulloso de verte en tu
trono de carey
porque de todos los ritmos, adorado
danzón,
¡Tú, sin discusión, eres el Rey!
No hay comentarios:
Publicar un comentario