DANZÓN, UN ELOGIO PARA EL CORAZÓN
Por Alejandro Cornejo Mérida
Boletín Danzón Club, No. 40, Junio, 2013
Existen muchos caminos para mantener alegre el corazón; uno de ellos es vía el Danzón, y aunque operan también factores que intentan y tratan de obstaculizar el sendero, creemos que si actuamos con inteligencia y de buena fe, saldremos airosos en nuestro propósito de lograr la felicidad de manera permanente.
El estado de ánimo impregnado de
alegría, se puede diluir por diversas razones, una de ella es la incomprensión,
la intolerancia y la falta de solidaridad de la pareja con quien bailamos.
Concurren otros factores internos que son un tanto irreales como imaginarios,
es el caso del Señor de las Tinieblas, el Diablo. Al hablar de él, debemos
apoyarnos en la inteligencia, el raciocinio y el entendimiento; y así, todo lo
que digamos se entenderá como una alegoría o una fantasía que se anida en nuestra
mente gracias a las enseñanzas religiosas y supersticiones inculcadas por
nuestra familia, la educación y por las tradiciones de nuestro pueblo.
A pesar de los importantes avances
científicos y tecnológicos que existen en nuestros tiempos, todavía hay
personas que creen en Satanás, lo cual es una situación muy respetable; hay también quienes niegan su existencia,
razón por la que este mensaje podría resultar fantasioso. No dudamos que todos,
por lo menos una vez en la vida, hemos escuchado hablar del diablo y lo
identificamos como una persona maligna creada por el Supremo y arrojado al
infierno como castigo por querer ser más poderoso que el Creador; reina en este
mundo y siempre se contrapone, dice la
opinión popular, a las buenas acciones de Dios. Se nos ha hecho creer que en
cada instante, este personaje está
tentando a los hombres y a las mujeres para que actúen contraviniendo
las Leyes Divinas y sembrando en este mundo el odio, el rencor, venganza,
maldad, lujuria y la perversión, incluyendo los Siete Pecados Capitales; la
creencia común, respecto a él, es que
todo lo bueno lo descompone perversamente, donde hay armonía siembra el caos,
si hay amor y cariño lo transforma en
aversión, desprecio y odio; donde reina la paz y la tranquilidad, se las
ingenia para crear discrepancias que llevan a la guerra y así quitar la vida a
muchas personas inocentes. Se le
encuentra en todos los lugares de la Tierra, inclusive en los salones de baile,
en los talleres y en las plazas públicas donde se disfruta el sabroso ritmo del
Danzón.
Este ritmo elegante, idolatrado por
muchos, siempre ha dado de qué hablar. Recuerdo que en una clase de baile, un
destacado maestro, en relación a las parejas sentimentales, dijo a sus
alumnos:”El Danzón, da y quita”. Se refería a que este ritmo de pareja, dulce y
cadencioso nos obsequia alegría, placer, salud y bienestar, haciendo germinar
el amor entre las parejas, acercándolas para que se den mutuamente felicidad;
pero también es notorio que debido a ese género musical, muchas veces se
engendra el desamor; es decir, el afecto se diluye, se aleja, se retira y es
cuando el cariño se quita de una relación
entre personas que fueron atrapadas por las delicias del amor divino, ese
que no admite dolor, penas ni venganzas. Si, porque el amor verdadero no tiene
por qué ser doloroso; sin embargo, cuando la soberbia, la presunción y el afán
de demostrar que en una pareja uno sabe más de baile que el otro, surgen los
problemas en ese duplo, pues uno pretende, constantemente, corregir al otro; y
si algo en la bailada sale mal o en la rutina que se esté ensayando se
equivocan, entonces se culpan mutuamente de ese desatino; esta situación genera
un descontento entre ambos y se crea un ambiente incómodo para la pareja que a
partir de ese momento se irrita y se incomoda; ambos ponen el rostro duro, de
pocos amigos y proyectan una imagen desencantadora. Es ahí donde el ambiente se
distorsiona, la sonrisa bella desaparece al sentirse masacrada por los dardos
venenosos que camuflados en forma de
palabras, resultan lastimosas y ofensivas dañando el corazón del
receptor del reclamo. El increpado, víctima de la crítica o la
amonestación hecha de manera severa, sin
tacto o a veces violenta, lo pone de mal
humor y debido a esa fricción, en algunos casos, se transforma su sentir y lo
que luego desea es alejarse de la pista y ya no bailar, y lo que pudo ser un
momento placentero, lleno de deleite y
alegría, habrá de tornarse agrio y hostil. Cuando esto ocurre, la persona que
profiere el reclamo o la crítica, es aludida diciéndole:”Ya se te metió el
diablo”. Esta frase resulta metafórica, pues realmente el diablo es una
fantasía, algo irreal, que no puede introducirse en ninguna persona. Lo que sí
existe son creencias o ideas que nos mueven y nos hacen actuar de forma
equivocada lastimando muchas veces el ego de la persona que amamos.
Muchos instructores o maestros de danzón
recomiendan a sus alumnos que entre ellos no se corrijan, aunque uno sepa más
que el otro; y que si se cometen errores al ejecutar una melodía no se culpen
mutuamente, pues esa acción le resta encanto al disfrute del paradisíaco
danzón. También es importante que las parejas que bailan sean compresivas y
tolerantes con su compañero, y que entiendan que nadie es perfecto,
considerando también, que sólo quien “no
hace nada no se equivoca”.
Atendamos las recomendaciones de los
maestros y aprendamos a disfrutar y a gozar el danzón. No debemos agriar una
clase o un colectivo libre sólo por unas equivocaciones, esto no es una
hecatombe, desgracia o el fin de mundo; los errores hasta los más versados los
cometen. Y aunque los “diablos anden sueltos”, no permitamos que se apoderen de
nosotros y nos confronten amargamente con nuestras parejas. La alegría del
danzón vale más que los reclamos motivados por las fallas en la ejecución de
ese ritmo.
Sin duda, exagero al atribuirle la culpa
al pobre diablo de las desavenencias provocadas por las fallas o errores al
bailar, por ello pido disculpas. Lo cierto es que los responsables de los
distanciamientos emocionales entre parejas de baile, auspiciados por los
desatinos y equivocaciones, somos nosotros mismos por omitir las indicaciones
del instructor.
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