Por Dr. Jorge de León Rivera, Cronista del danzón
Extracto del Boletín Danzón Club No. 173 (Julio, 2024)
Antonio Arcaño y sus Maravillas
Para escribir el presente opúsculo que dividiré en varias entregas, me basaré principalmente en un libro denominado: Escritos sobre música cubana, publicado en 2015 - por CIDMUC., - Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, - su autora es Ana V. Casanova Oliva, quien nació en La Habana, año de 1959, ella trabaja en la institución arriba mencionada, como investigadora auxiliar y profesora adjunta de musicología en la Universidad de Las Artes, y también da cátedra en el Conservatorio Amadeo Roldán.
Su libro Problemática organológica cubana, fue reconocido con el Premio de Musicología Casa de las Américas en 1986. Además, formó parte del colectivo de autores de las obras: Instrumentos de la música folclórico – popular de Cuba, Atlas 1997, y Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana 1999.
De su gran sapiencia he pergeñado, pepenado y sintetizado, la trascendencia de Arcaño en la Evolución del Danzón, tema en que me he venido ocupando.
“Un as en cada instrumento y una maravilla en su conjunto", así se identificó a la orquesta Arcaño y sus Maravillas en los mejores años de su vida artística, cuando marcó pautas dentro de la interpretación Danzonera en Cuba.
Y esta no era una frase más. Plasmaba de modo veraz lo que acontecía en el seno de la agrupación cuyos antecedentes aparecieron en 1936, cuando el flautista habanero Antonio Arcaño Betancourt (1911-1994) fundó junto con el cantante Fernando Collazo la orquesta charanga Las Maravillas del siglo. Un año después en 1937, Arcaño inauguró su propia orquesta bajo el nombre Maravillas de Arcaño y, ya en 1944, al aumentar en dieciséis el número de violines, agregar un violoncello y una tumbadora, se conoció como la Orquesta Radiofónica de Arcaño, donde también incluyó el órgano, la celesta y el campanólogo, para algunos arreglos musicales. Por ella pasaron en diferentes momentos músicos como Jesús López (piano), Ulpiano Diaz (timbal), Oscar Pelegrín (güiro), Félix Reina y Enrique Jorrín (violines), Orestes López (violonchelista y contrabajista), e Israel Cachao (contrabajo).
En todas las etapas de esta orquesta, de gran importancia para la historia del danzón, se realizaron aportes significativos en la evolución del género, concretizados en la aparición de un nuevo estilo. No solo se mantuvieron algunas características, ya tradicionales, sino que, además, la agrupación fue un medio de expresión y experimentación de muchos de sus músicos, de cuyas composiciones se nutría el repertorio de la orquesta, entre los que sobresalió la labor creativa de los hermanos López, Orestes e Israel.
Esta búsqueda y experimentación encaminada a la modernización de los recursos técnico-musicales dentro de lo "danzonero realizada por Orestes, Israel y el propio Arcaño, entre otros músicos, estuvo determinada por la inminente necesidad de actualizar los medios expresivos tradicionales del danzón de acuerdo al entorno de aquella época, pues, a la altura de los finales de la década del 30, los gustos del gran público habían evolucionado de forma tal que se alejaban cada vez más de los moldes más tradicionales del danzón. Esto traía además como resultado una tremenda competencia entre las orquestas para tratar de imponerse en el gusto de los bailadores. Al respecto Antonio Arcaño expresó:
Al fundarse la orquesta en 1937 el danzón estaba en baja, la competencia era dura, durísima y los músicos tenían que superarse mucho e incluir otros repertorios en sus danzones, cambiar los instrumentos e innovar. Orestes López incluía en la parte del piano su estilo sincopado y yo seguía sus improvisaciones haciendo filigranas con la flauta. Muy pronto la improvisación sobre la base de este estilo se generalizó en la orquesta, y así, sin haber creado un número específico, se comienza a tocar el ritmo nuevo.
Estos músicos llevaron también al danzón, no solo la música popular cubana sino de forma aún más remarcada elementos característicos de la música norteamericana. La música norteamericana, había tenido incidencias en el danzón desde momentos previos a los años 30. Es conocido que con anterioridad a la fundación de esta orquesta se compusieron danzones con influencias de géneros como el fox-trot y el charleston, Estas influencias estaban sobre todo en los aspectos melódico, armónico, y rítmico; ejemplo de ello son danzones como Piccolino y Wonder Bar, entre otros. Pero ya a finales de los años 30 estas influencias (armónicas, melódicas y rítmicas) dadas sobre todo a través de la canción, la comedia musical, la música para cine y el jazz, van a incidir aún más en el contenido de lo conocido hasta ese momento como danzón clásico, a ellas se añaden entonces nuevas concepciones tímbricas al estilo de la música norteamericana.
La armonía se caracterizó por el empleo de acordes construidos por superposiciones de cuartas y quintas: la adopción de acordes de séptimas, novenas, oncenas, y disminuidos, el empleo de quintas paralelas en los enlaces de acordes, los movimientos cromáticos y el uso de progresiones armónicas e Inter dominantes hacia tonalidades lejanas.
Estas novedades en las concepciones armónicas y tonales dentro de la música bailable de la época se correspondieron con determinadas líneas melódicas. Así aparecieron discursos melódicos caracterizados por el cromatismo, la pentafonía y el empleo de la escala de tonos enteros.
En el aspecto tímbrico se mantuvo por un lado la adopción de los timbres ya tradicionales, con el reforzamiento de las diferentes secciones de instrumentos, y por otro, aparecieron cambios en las concepciones tradicionales en algunos de los denominados tríos o danzones. Por ejemplo, encontramos la presencia protagónica del cuarteto de cuerdas en las partes dedicadas al trio de flauta. Otra innovación aparece con la inclusión de la tumbadora con toda su riqueza politímbrica en los pasajes donde no intervienen las pailas, sobre todo en la parte del montuno. Este hecho convirtió a la agrupación en pionera en la incorporación de la tumbadora en este tipo de formato.
Todas estas características más algunas variantes rítmicas de géneros norteamericanos como el blue y el jazz, empleados de manera ocasional y la presencia novedosa en el danzón de motivos sincopados en las cuerdas, el piano y el bajo se sintetizaron en un nuevo estilo de danzón. Además, es de subrayar en algunas composiciones la fuerte presencia de elementos jazzísticos, en el tratamiento de las voces del coro, el movimiento del bajo, el acompañamiento armónico y en el concepto de instrumentación que se desarrolla en las cuerdas y el piano, como aparece en creaciones como Conozca a New York.
A esto hay que añadir el abundante empleo de temas de grandes obras de la música de concierto internacional, de la música norteamericana de concierto y popular, así como también de conocidas melodías de otros géneros musicales cubanos, que se desarrollaron dentro de un tratamiento danzonero.
Muestras del empleo de diversos temas de la música de concierto de todas las épocas y otros temas musicales de gran fama internacional, aparece en ejemplos como Rhapsody in Blue, y Broadway de Orestes López. En Broadway se destaca sobre todo el uso de escalas disminuidas, las variantes rítmicas de géneros de la música norteamericana utilizados en los violines en la segunda sección del trio de violines, y la aparición de un montuno en su variante sincopada entre los violines, y el piano.
Por otro lado, el danzón Los tres grandes, de Israel López ilustra las influencias de los ritmos afrocubanos. Israel trabaja el trío de violines de una forma particular la primera, sección A. un cuarteto de cuerdas expone los temas principales con cada instrumento en su registro habitual; sin embargo, en la sección B los violines se trabajan en el registro medio, y los cellos y las violas doblan la octava baja, esto imprime cierta variación al colorido habit
ual de esta parte. En la parte de flauta las cuerdas ocupan secciones completas dentro de ella, y en la parte central la flauta no interviene, y la melodía pasa a ser protagonizada por el cuarteto de cuerdas, mientras piano, contrabajo y guayo realizan acompañamientos rítmicos y armónicos. Se distingue esta obra por el uso de cromatismos melódicos y armónicos y el empleo de acordes disminuidos.
Por otra parte, aunque no se realizaron cambios esenciales a la estructura original del género, las secciones se hicieron más extensas y elaboradas, sobre todo en el caso de la última parte denominada mambo o montuno, de evidente influencia sonera. En este sentido se distingue el empleo de un bajo sincopado sobre el cual se exponían de forma libre una serie de improvisaciones en la flauta, en las que Arcaño realizaba los novedosos e imaginativos discursos por los que se distinguió en su época. A ello se sumaba la descarga en el piano, instrumento donde se sintetizaron elementos musicales propios de lo jazzístico y lo sonero e, incluso, la participación de toda la orquesta. Todas esas improvisaciones se caracterizaban muy en especial, por su gran fuerza rítmica.
Esta última sección donde se evidenciaba este "ritmo nuevo se amplió, de manera tal que, incluso, se eliminaron, en ciertas composiciones, algunas partes introductorias caracterizadoras del género en su forma musical original; asimismo también en algunos momentos y en ciertas obras se introdujo un coro con el correspondiente estribillo que contribuía a reforzar el ritmo que desarrollaba el bajo.
Es así como dentro de esta orquesta se creó y se llevó al máximo esplendor un danzón de nuevo ritmo de gran popularidad entre los bailadores, al punto que se gestaron nuevos pasillos coreográficos. A la vez esta novedosa modalidad, funcionó como punto de partida para el posterior desarrollo y concreción de otros géneros como el mambo y el cha-cha-chá, además de su influencia en otros géneros de la música popular.
En cuanto a la variedad en la explotación de los medios sonoros también aparecen ejemplos dentro del género de composiciones eminentemente instrumentales y otras, donde prima la exposición de un solista y la alternancia de este con un coro. Antonio Arcaño tocó su último baile al frente de su orquesta en 1958, en el Centro San Agustín, de Alquizar. Con el cerraba un ciclo de innumerables actividades bailables, programas en emisoras de radio de todo el país y grabaciones para la RCA Víctor y los sellos cubanos Puchito y Panart. Casi dos décadas después Arcaño reunió a antiguos integrantes de su orquesta y grabó para la EGREM muchas de las creaciones popularizadas por su agrupación.
El epíteto "Un as en cada instrumento y una maravilla en su conjunto” designó no solo una agrupación de músicos constitutiva de un punto culminante en la interpretación, como se revela en el alto nivel técnico artístico logrado en sus ejecuciones, sino que identifica, además, un hito creativo dentro de su época, hito que funcionó como un nuevo punto de partida para el desarrollo posterior de la música popular cubana.
Asimismo, muchas de las composiciones integrantes de su repertorio constituyen hoy día modelos de las más variadas manifestaciones del danzón a lo largo de una importante y definitoria etapa de su devenir histórico, a la vez que ejemplifican estándares o formas de realización danzoneras en la ejecución de uno de sus intérpretes por excelencia la orquesta Arcaño y sus maravillas.
Continuará
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