Por Luis Pérez “Simpson”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 172 (Junio, 2024)
Etimológicamente la palabra “gusto”, procede del latín “gustus”, mismo, que está vinculado al olfato, ya que el olor de los alimentos incide en la percepción del sabor.
Cuando generalmente hablamos del gusto, lo relacionamos con la sensación que percibimos ya sea con el sentido del olfato o por las papilas linguales que nos dan la oportunidad de catalogar algo como, delicioso, exquisito, rico, sabroso y también lo desabrido, disgustoso, insípido o soso, pero, también se puede aplicar a, “la facultad de apreciar lo bello o lo feo”.
Hay testimonios recientes que relacionan al danzón con aromas y sabores y, solo mencionaré tres que me vienen de inmediato a la memoria.
Primeramente, el libro titulado “Con Aroma de Danzón” de la autoría de Alejandro Cornejo Mérida, también en la parte musical tenemos el danzón titulado “Con Aroma de Danzón” de la producción de la Danzonera La Playa, por último y con cierta nostalgia recuerdo el “slogan” de la Danzonera Mocambo de Abel Orozco que dice, “El Auténtico Sabor del Danzón”.
Como verán hay elementos para aventurarnos en una experiencia gustativa en torno al danzón.
Ahora bien, hablemos sobre nuestro gusto por el danzón, que sin temor a equivocarme está, en la mayoría de los casos relacionado con nuestro primer contacto con este cubanísimo y decimonónico baile de salón, sin embargo, este primer contacto solo nos mostró la “punta del iceberg” de todo lo que abarca este ritmo cadencioso, sensual y fascinante.
Nuestra primera experiencia pudo ser de forma auditiva, visual o de una manera espontánea “aventándose al ruedo” y bailarlo como Dios nos da a entender y, es válido, aunque no estén de acuerdo los modernos profesores e inventores de esta nueva forma de bailarlo y, por ende, la gran mayoría de sus alumnos se convierten “ipso facto” en jueces y catadores “te fijaste que esa pareja no sabe bailar danzón”.
Hay gente que afirma haberlo visto por primera vez en la “tele”, o en escenas de películas y, ahora en esta época con la vasta gama de videos a nuestra disposición en las plataformas digitales. Ahora hay que decir que, no es lo mismo verlo que bailarlo donde el gusto se potencializa y, es aquí precisamente donde empiezan los problemas, ¿Quién me va a enseñar a bailar danzón como lo vi en YouTube o en la plaza pública?, entonces para satisfacer esa nueva inquietud gustativa se tendrá la necesidad de buscar una academia para aprender los “misteriosos” pasos que van desde el “cajón” o “cuadro” hasta lo inimaginable. Cada clase, cada paso nos representa un nuevo gusto, también el invaluable gusto por ir poco a poco descifrando los secretos del danzón escolar, es decir, dándole “sabor al caldo”.
De hecho, no pretendo desarrollar una “Apología” del danzón, ya que el “gusto” por este ritmo también tiene su otra faceta, es decir el “disgusto” o “lo desabrido”, y bien sabemos que ciertos gustos con el tiempo cambian.
En una idea no muy rebuscada, sabemos que el baile es una respuesta motriz a ciertos estímulos musicales y, en el caso del danzón no es la excepción, ¿se imaginan como se bailaron los primeros danzones que datan de finales del siglo XIX? verdaderamente me emociona solo de imaginármelo, las caras felices de las parejas, y conste que en aquella época aún no se le agregaba el “son montuno” a este baile de salón allá en Matanzas, Cuba, la cuna del danzón. Ya me estoy saboreando. ese misterioso gusto de sentir a la pareja bailando como debe ser, “bien pegaditos” marcando el compás y sobre todo participar en un juego sensual dentro de un medio ideal para el cortejo, es como tener un boleto directo al Monte Olimpo.
El danzón en sus inicios fue un baile lúdico y alcahuete, ¿será que percibimos el exquisito y primitivo verdadero sabor del danzón?
En la actualidad, se presta más atención en la ejecución de “pasos y remates” que, en el gusto por cortejar a la pareja, por lo que la parte lúdica del danzón se ha prácticamente perdida. ¿digan si me equivoco o no?
Ahora, preparémonos a algo sabroso, es decir, el gustoso momento de la separación entre la música y el baile, aunque no es muy común esta experiencia sensitiva entre los bailarines de danzón, claro que esto requiere un audaz y delicado sentido del gusto para poder separar lo que es el danzón música con lo que es el baile de danzón.
Primeramente, el placer que nos proporciona su música, su tiempo musical, la sincopa, etc., y, por otra parte el gozo sensual de bailarlo sin olvidar que se trata de un baile de salón y, por ende de pareja, a pesar de que actualmente lo han convertido en un remedo de ballet con todas esas “innovaciones” llamadas “rutinas o coreografías” grupales, pero, a pesar de todo, estos montajes, son un verdadero gusto para los grupos de danzón que se han formado exprofeso para estas representaciones teatrales, no así para los “ortodoxos del danzón”, a los cuales estos montajes les representan un verdadero “disgusto” ya que, no expresan la verdadera esencia del danzón.
Siguiendo con esta apetitosa disección, tenemos el exquisito gusto por la música de danzón, misma que nos lleva a conocer su historia, su evolución sus compositores, escenarios, orquestas, costumbres, tradiciones, sus efemérides, los danzones que verdaderamente valen la pena, todo esto, nos lleva al fascinante mundo de la investigación histórica, sin embargo, nos topamos con una de las partes desabridas del danzón al ser testigos de la proliferación de danzones compuestos al aventón, o, los numerosos arreglos a boleros ¿en verdad estamos bailando danzón?, claro que no faltan los bailarines que a pesar de que les dan “gato por liebre” aplauden estas aberraciones musicales evidenciando su carencia de una elemental cultura musical.
En esto de gustos, olores y sabores, para nosotros los “degustadores” del danzón, tenemos la satisfacción de que nuestro gusto por el danzón es definitivamente un gusto “retro”, ya que, aunque muchos no lo acepten, el danzón es un ritmo ya pasado de moda, pero, tiene su encanto y es el baile preferido por ese segmento denominado de “la tercera edad” Que bueno que los adultos mayores rescaten y adopten la tradición de bailarlo, aunque sea en la “moderna modalidad escolarizada”.
Cabe señalar que, si nos gusta el cubanísimo danzón, también nos debe gustar la música cubana como el bolero, el son, la guaracha, el mambo, el chachachá, la timba, que son ritmos que desde 1910 se le han venido agregado al danzón y convertirlo “ipso facto” en un ritmo híbrido, en un delicioso “coctel” que indiscutiblemente es parte del gusto por el danzón. Gracias a su hibridez, tenemos que el “montuno”, (esa parte musicalmente más revolucionada), es el ingrediente principal de las “coreografías”, ¿se podrían imaginar una secuencia de 20 o más de estas representaciones teatrales sin el “Montuno”?
A propósito, dentro de mis 30 años inmerso en los “sabores y aromas del danzón”, les he preguntado a un sinnúmero de bailarines ¿Cuál es la parte del danzón que más les gusta?, y el 99% han respondido que el “montuno” ya que según la mayoría de ellos es “la parte más sabrosa del danzón”, claro que estrictamente hablando el dichoso “montuno” ya no es danzón ni está en el tiempo musical del danzón. Pero, el paladar manda y, tenemos esa costumbre de las Danzoneras de repetir sistemáticamente el montuno.
Hay muchas vertientes sobre los sabores que nos brinda el danzón, sin embargo, no puedo omitir el gusto por elegir la vestimenta para bailar danzón, que, a decir verdad, no hay ninguna vestimenta estandarizada u “oficial” para dicho baile, ni siquiera en los dichosos “bailes de gala” se especifica el tipo de vestimenta, que es un requerimiento indispensable cuando se les da la categoría de “gala” a estos “saraos”.
Finalmente, para gustos y paladares hay de todo en el danzón y, en esto, el sentido gustativo puede evolucionar convirtiendo a los aficionados del danzón, ya sea en: fanáticos, conformistas, eclécticos y pocos se les puede clasificar como “sibaritas del danzón”, de esos que no se conforman con danzoncitos insípidos e inoloros.
Y, tú aficionado al danzón ¿a cuál grupo perteneces?
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