ANICETO DÍAZ Y EL DANZONETE Entrega número 2 de 2
Por Dr. Jorge de León Rivera, Cronista del danzón
Extracto del Boletín Danzón Club No. 179 (Enero, 2025)
El 8 de junio de 1929 se estrena en el Casino Español de Matanzas el danzonete Rompiendo la Rutina, titulo sugerente si se tiene en cuenta el incidente ocurrido en Alacranes. Como acaeció con el danzón de Failde, el nuevo ritmo, más mestizado aún que su antecesor, demandaba la aprobación de la clase alta matancera, la cual, de acuerdo con el testimonio de Luis Carballo, le otorgó tal acogida que determinó su interpretación tres veces el día del estreno.El investigador Raúl Martínez afirma: «En 1929 con Rompiendo la Rutina se inicia una nueva etapa en el desarrollo del danzón la cual da lugar a una variante vocal-instrumental. Una vez acreditada la partitura en los registros de la Propiedad Intelectual, la obra fue editada por la Imprenta Estrada, localizada en Calle Inde pendencia no. 59».
Estructuración del danzonete como género
El aporte sustancial de Aniceto Diaz trasciende al hecho de adicionarle texto al danzón, pues desde antes del nacimiento del mismo ya se constataba la interpretación de contradanzas cantadas, y posteriormente, a inicios del siglo XX, compositores como Jorge Anckermann introdujeron refranes en las secciones finales de los danzones.
Lo verdaderamente significativo del danzonete radica en el cambio conceptual que implicó, al verificarse la creación de una estructura en la que se imbricaron, con sentido de unidad, expresiones de géneros bien diferentes de la música popular cubana, como el son, la canción y el propio danzón.
El musicólogo Argeliers León le otorga gran connotación al asegurar: Con el danzonete, y la anterior incorporación del montuno del son, se inicia un curso de distención de la forma original del danzón
Desde una perspectiva estructural, la forma del danzonete es más simple que la del danzón. Posee una introducción más corta, de ocho compases, que a diferencia del danzón no se repite; le continúa una sección o parte de violines, que contrasta con la anterior, la cual es repetida desde la introducción, seguidamente le sucede el trio, característica heredada de la morfología del danzón, que difiere tímbricamente de la parte anterior y es encargada a los instrumentos de viento; posteriormente sigue la sección cantada, con un texto sencillo y fácil de memorizar que responde a una frase musical con sentido más lirico; esta sección da paso al montuno sincopado.
En el estribillo, el güirero se puede acompañar con maracas. La obra, en su totalidad, se acompaña por las claves. Los danzonetes evidencian siempre la simetría adquirida de las secciones de la contradanza y el danzón, de dieciséis y treinta y dos compases. Ante la imposibilidad de ejemplificar con la estructura del danzonete Rompiendo la rutina, por no hallarse la partitura original, lo haremos con otra pieza del género compuesta por Aniceto Díaz en el período inicial.
Se trata de Son igual que el cocodrilo, en el cual, a pesar de la presencia de células rítmicas sincopadas, no prevalece la clave del danzón, sino la del son. Es ilustrativo que el autor anote en la partitura indicaciones concretas para su orquestación. No se han hallado grabaciones de esta pieza. Una vez definida la estructura del danzonete, este contó como vía expedita para su promoción con la propia orquesta de Aniceto, lo que brindaría además mayor popularidad a la agrupación, que participará, el 25 de noviembre de 1929, en la primera transmisión de la radioemisora PWX de la ciudad de Matanzas, y posteriormente en la Cuban Telephone de La Habana.
Como colofón, la orquesta grabará Rompiendo la rutina para la disquera Brunswick. Tuvo asimismo el músico una tienda de comercialización de partituras y accesorios musicales en la calle Milanés número 50, frente a la catedral de Matanzas. El cuño de propiedad del establecimiento se reconoce en partituras manuscritas de su autoría y en otras impresas. A pesar de que la obra creativa de Aniceto Diaz fue fecunda, pocas de sus partituras han llegado a nuestros días.
Sobre las composiciones que realizara durante las tres primeras décadas del siglo XX, periodo en que estuvo radicado en la ciudad de Matanzas, se ha podido comprobar la existencia de las siguientes: En el Archivo Provincial de Matanzas, con inscripción en el Registro de la propiedad intelectual, se hallan un vals, cinco danzones, dieciséis danzonetes, y un son. En los fondos de la Biblioteca Provincial Gener y Del Monte de Matanzas, catalogados como pertenecientes a Aniceto Diaz y ubicados en el Departamento de Arte, se encuentran las partituras de cinco danzones y dos danzonetes. En los fondos del Museo Provincial Palacio de Junco de Matanzas, clasificados como pertenecientes a Aniceto Diaz, pueden consultarse dos himnos, cuatro danzonetes, y dos sones. Aunque Aniceto Diaz tenía su orquesta, se mantuvo como instrumentista de la Banda Municipal de Matanzas, en la que desempeñó un papel relevante y de la cual llegó a ser director, según informaba a la población matancera un periódico local del 21 de abril de 1933.Además de esas funciones, colaboró como docente hasta el año 1940 en la citadina Academia José White, donde favoreció la formación de músicos para la banda. Es por esta razón que en el archivo de la Banda de Concierto de Matanzas se localizan cinco danzones y un danzonete, manuscritos y autografiados por Aniceto Diaz, con arreglos para la referida agrupación, si bien es preciso señalar que en lamentable estado de conservación.
En el archivo en cuestión aparecen también con la firma de Aniceto los danzones El Naranjero y Cuba Libre, no obstante, estos carecen de fecha declarada de creación ni poseen inscripción en el Registro de la propiedad intelectual.
En el caso del primero, tampoco es reseñado por el investigador Raúl Martínez en su catálogo sobre Aniceto Diaz del Museo Nacional de la Música, lo que hace suponer que sea de la autoría de Miguel Failde. A ello apunta el hecho de que en el catálogo de Failde relacionado por su sobrino se haga referencia a un danzón titulado El Naranjero, y se argumenta que: En atención al hecho expuesto de que, a cada copla popular, a cada pregón u ocurrencia pública correspondía un danzón, el gacetillero de la Aurora del Yumurí, D, Fernando Romero Fajardo, el viernes 20 de diciembre de 1895, invitaba a Failde a publicar un danzón mediante la siguiente Gacetilla:
«Danzón en perspectiva.
¡¡¡Náaa...ranja de china!!!
¡Dulces!
¡¡¡Plá…tanos guineos!!!
¡Buenos!
No sé por qué me suena dulcemente en el oído el anterior pregón, y con el cual anuncia sus mercancías un honrado vendedor ambulante que se está haciendo muy popular en Matanzas. ¡¡¡Naaa...ranja de china!!! ¡Dulces! Le recomiendo a Miguelito Faílde esta tonadilla. Con ella podrá componer un danzón de esos de rechupete que él sabe instrumentar tan bien. A componerlo, Miguelito Empuñe el lápiz que el pentagrama le espera, y yo ardo en deseos de oírle decir al cornetín: ¡Pla...tanos guineos! ¡Buenos! » Me parece innecesario añadir que una semana después ya estaba el danzón en la calle.
El danzón El Naranjero pertenece a Miguel Failde y no a Aniceto Diaz, lo que ocurre es que este último realizó el arreglo de dicha obra para banda en el período en que dirigió la institución musical matancera. De igual forma, el danzón Cuba Libre que únicamente se encuentra referenciado como composición de Aniceto Diaz en el catálogo de Raúl Martínez-, se presume pertenezca a la autoría de Miguel Failde.
Debe tenerse en cuenta que Castillo Failde describe cada parte contrastante del mismo, y declara
Cuba Libre, uno de sus tríos era un punto cubano que decía:
Pronto vendrá la mañana
En que la neblina su capa densa
Extienda su capa inmensa
Sobre la verde sabana
Otro de los tríos de este danzón era una música tomada del método Eslava, y cuenta Justo Pérez que al preguntarle a Failde la causa de haberla intercalado con música de danzón, este le contestó: Fue que me dio la idea oyendo tocar al violinista Juan Canteros. Este danzón fue estrenado con la República el año de 1902- cuando Failde, por diferencias de dinero, no tocó en la temporada de Carnaval en Matanzas, sino en Corral Falso, hoy Pedro Betancourt
También con arreglo para la Banda Municipal y firma de Aniceto Díaz se relacionan partituras de disimiles géneros en un inventario denominado «Catálogo Mínimo de Aniceto Diaz», perteneciente al fondo del Departamento de Documentación, Información e Investigación de la Música, de la Empresa Provincial Comercializadora de la Música y los Espectáculos Rafael Somavilla. Aquí se enumeran dos marchas fúnebres, dos marchas religiosas, un danzonete, un capricho, un bolero- son, y un himno. Solo se han podido encontrar partituras de dos de ellas, se trata de las marchas religiosas Pensamiento y Esperanza, ambas con partituras y particellas manuscritas. Del resto de las obras que aparecen en el inventario, no se han localizado las partituras.
Estas piezas no son referenciadas en otros catálogos, amén de que tampoco están en el Registro de la propiedad intelectual del Archivo Histórico Provincial de Matanzas, atendiendo a la época en que debieron ser compuestas, si se tiene en cuenta la responsabilidad de Aniceto Diaz al frente de la Banda para la cual confeccionó los arreglos. De acuerdo al testimonio de Luis Carballo: « [...] en 1946 Aniceto vuelve al danzón, produce un trío de fina textura, Me dijiste que luego, El novio de Noemí y No me olvides [...] también escribió los danzones Doctor M, Linda Rosa y Norita ». Sin embargo, no se debe aseverar que la creación de los últimos danzones mencionados se corresponda con el último lustro de la década del cuarenta, dado que los tres títulos se hallan ya, con arreglo para banda, en los fondos de la Banda de Concierto en fecha anterior a la referida por el pianista.
El investigador Raül Martínez, en el catálogo general de Aniceto Diaz, ubicado en el Museo Nacional de la Música, identifica treinta y ocho danzones, treinta y cinco danzonetes, un son, ocho pasodobles, un chachachá, una canción y un one-step, A partir de los archivos, testimonios y referencias examinados, se puede establecer que la producción de este músico que ha sido identificada en nuestros días está conformada por cuarenta y nueve danzones, cuarenta y tres danzonetes, tres sones, un bolero son, una canción, un chachachá, dos marchas fúnebres, dos marchas religiosas, un vals, dos himnos, un one-step y ocho pasodobles. Este listado pudiera modificarse, pues es preciso enfatizar que su catálogo no ha sido lo suficientemente investigado.
A tenor con lo expuesto, deberán incorporarse al inventario de obras de Aniceto Diaz existente en el Museo Nacional de la Música, once danzones, ocho danzonetes, dos himnos, dos marchas fúnebres y dos marchas religiosas, además de un vals y dos sones. La autenticidad de dieciséis de estos títulos se corrobora a partir de los expedientes que sobre los mismos constan en el Registro de la Propiedad Intelectual; y de las partituras manuscritas o impresas autografiadas por el compositor, halladas en sus fondos. La ubicación de estos documentos no solo permite enriquecer el catálogo del autor de Rompiendo la Rutina, sino que proporciona un criterio valorativo mucho más certero acerca de su obra creativa, en tanto diversidad, complejidad y dominio de variados géneros.
De tal modo, se puede acreditar la autoría de las siguientes obras como pertenecientes a Aniceto Diaz, que incrementan las ya conocidas:
• Elsa (vals), obra para piano, 25 de agosto de 1916. (Con registro en la Propiedad Intelectual, Archivo Histórico Provincial de Matanzas).
• Un saludo al General Machado (danzonete), 20 de agosto de 1929. (Con registro en la Propiedad Intelectual, Archivo Histórico Provincial de Matanzas).
• Danzonete (danzonete), 13 de noviembre de 1929. (Con registro en la Propie dad Intelectual, Archivo Histórico Provincial de Matanzas).
• El sin trabajo (danzón), 18 de enero de 1932. (Con registro en la Propiedad Intelectual, Archivo Histórico Provincial de Matanzas).
• Masabi (danzón), sin fecha de creación, manuscrito. (Fondos de la Biblioteca Provincial de Matanzas Gener y Del Monte y Fondos de la Banda de Concierto de Matanzas).
• Norita (danzón), sin fecha de creación, manuscrito. (Fondos de la Biblioteca Provincial de Matanzas Gener y Del Monte y Fondos de la Banda de Con- cierto de Matanzas).
• Clara (danzonete), sin fecha de creación, manuscrito, (Fondos de la Biblioteca Provincial de Matanzas Gener y Del Monte).
• No se acaba la melena (son), partitura impresa. (Museo Provincial de Matanzas Palacio de Junco).
• Rosa (son), partitura impresa. (Museo Provincial de Matanzas Palacio de Junco).
• Ron Yucayo (danzonete), 15 de abril de 1935, manuscrito. (Museo Provincial de Matanzas Palacio de Junco).
• Himno de las Colonias infantiles, 19 de julio de 1936, partitura impresa con letra de Alberto Lovio y música de Aniceto Diaz. (Museo Provincial de Matanzas Palacio de Junco).
• Himno de la Hermandad de los jóvenes Cubanos, 27 de noviembre de 1937, manuscrito, con letra de Carlos Diaz y música de Aniceto Diaz. (Museo Provincial de Matanzas Palacio de Junco).
• El Tranvía de Matanzas (danzón), 1916. (Museo Provincial de Matanzas Palacio de Junco y partitura en los Fondos de la Banda de Concierto de Matanzas).
• El Doctor M (danzón), sin fecha de creación, manuscrito. (Fondos de la Banda de Concierto de Matanzas).
• Pensamiento (marcha religiosa), sin fecha de creación, manuscrito. (Fondos del Departamento de Documentación, Información e Investigación de la Empresa Provincial Comercializadora de la Música y los Espectáculos Rafael Somavilla de Matanzas).
• Esperanza (marcha religiosa), sin fecha de creación, manuscrito. (Fondos del Departamento de Documentación, Información e Investigación de la Empresa Provincial Comercializadora de la Música y los Espectáculos Rafael Somavilla de Matanzas).
Las fuentes consultadas permiten establecer que la producción de Aniceto Diaz fue amplia. Atendiendo a la cantidad de obras escritas para el género, es indudable la predilección del compositor por el danzón a pesar de ser el creador del danzonete. Por otra parte, es ostensible que estuvo dentro de sus inquietudes creativas la composición de los géneros populares en boga durante su época, tanto cubanos como foráneos, bien fuera por curiosidad propia o por necesidad de proporcionar a su orquesta un repertorio que la mantuviera en la preferencia del público de su tiempo.
La contribución de Aniceto Díaz al desarrollo del danzón va más allá de la imbricación y síntesis certera de elementos de la música cubana presentes en diferentes géneros de la música popular, como el son. El cambio conceptual logrado propició también la evolución hacia otras formas de concebir la música bailable en el contexto tímbrico de la charanga, herencia que trasciende en el surgimiento del danzón cantado, y con posterioridad en la década del cincuenta del siglo XX en el nacimiento del chachachá.
Así lo valora José Loyola: «La creación del danzonete, con la obra Rompiendo la rutina, de Aniceto Díaz, desembocó en la presencia de la lírica vocal en los marcos de la charanga, que dio origen a lo que algunos musicólogos denominan el "danzón cantado" y la inserción de un cantante en el formato».
En la década del treinta se desarrolló el estilo de danzón cantado, entre cuyos exponentes más significativos se contaron Paulina Álvarez, Abelardo Barroso, Pablo Quevedo, Fernando Collazo, Alberto Aroche, Joseíto Fernández y el matancero Barbarito Diez, oriundo de Bolondrón.
El musicólogo José Loyola subraya al respecto: el danzón cantado no es un danzón con una melodía de carácter vocal con texto literario especialmente compuesta para esa forma musical como tal, siguiendo la lógica constructiva de los danzones instrumentales. [...] se trata de la inclusión de boleros antológicos que existen como obras y formas independientes- en la estructura formal del danzón.
En 1944 Aniceto Diaz se estableció definitivamente en La Habana con su familia. Allí formó una orquesta con la que siguió interpretando danzones, danzonetes y danzones cantados, y en la que incorporó a sus hijos y a otros músicos de la capital. En 1947 la agrupación se desintegró, y el músico matancero se dedicó a la enseñanza, a la copia musical y a la afinación de pianos.
En 1954 la prensa se hizo eco del cumpleaños veinticinco del primer danzonete; paradójicamente no eran tiempos felices en la vida del creador, que atravesaba dificultades económicas. Así se refleja en una carta que enviara a Gonzalo Roig solicitándole trabajo, a pesar de sus 68 años. La Habana, 3 de noviembre de 1955 Maestro Gonzalo Roig y Lobo. Dtor. de la Banda Municipal de Música Mi muy estimado amigo: He tratado de localizarte hace días, pero me es imposible. El motivo de verte es para pedirte un favor, y es que tú me consigas un lugar en las Oficinas de la Sociedad General de Autores, de la cual eres (y de forma acertada y justa), su Presidente. Yo puedo desarrollar trabajos de oficina, y también como instrumentista, y hacer todas las labores de índole musical. Sin otra cosa en el particular, queda siempre buen amigo y compañero. Aniceto Diaz Nota: De una forma muy particular, quiero significarte mi gratitud por las gestiones que puedas hacer en mi favor.
Tras el triunfo de la Revolución, Aniceto Diaz se retiró de la vida musical activa. Falleció en la ciudad de La Habana el 10 de julio de 1964, a los 77 años de edad. El 14 de febrero de 1987, en el marco del centenario del compositor, el Museo Nacional de la Música auspició un homenaje al autor de Rompiendo la Rutina. El profesor Raül Martínez Rodríguez, investigador del centro, presentó un catálogo mínimo de obras pertenecientes al compositor, empeño estimable si se tiene en cuenta que sobre el tema poco se había estudiado. Para ello pudo contar con la colaboración y testimonios de Justo, Silvia, Aniceto y Nora Diaz, hijos de Aniceto.
En Matanzas, la Banda de Concierto también le rindió homenaje ejecutando parte del repertorio que el maestro había arreglado para la institución musical.
En nuestros días su obra es prácticamente desconocida. En los planes de estudio y programas de Música Cubana para la formación de músicos profesionales, solamente Rompiendo la rutina, su primer danzonete, es reconocido y escuchado en grabaciones antológicas que yacen en deplorable estado sonoro.
El proceso que conllevó al origen y evolución del danzón, considerado desde la presencia y desarrollo de la contradanza como antecedente, hasta la creación del danzonete, demuestra el largo camino de consolidación de lo musical nacional, contextualizado en los entramados económicos, sociales y culturales específicos de la historia matancera, parte intrínseca del devenir nacional.
Los creadores de estos géneros, nacidos en Matanzas, ejemplifican con sus historias de vida las razones sociales y estéticas que les condujeron a inscribirse para siempre en la historia de la música insular. En el 2019, a ciento cuarenta años de la ejecución del primer danzón, Las Alturas de Simpson, en el Liceo Artístico y Literario de Matanzas actual Sala de Conciertos José White, y a los noventa del estreno del primer danzonete, Rompiendo la rutina, en el Casino Español de esa ciudad-Biblioteca Provincial Gener y Del Monte, constituye un deber poner al servicio de músicos, estudiantes y amantes de la música, este tributo a la historia de nuestra cultura.
Tal legado histórico, que nos enorgullece, deberá no solo conservarse, sino trasmitirse a
las futuras generaciones para que se mantenga vivo, como tradición que nos sustenta e identifica.
Sirva además este texto como invitación para rescatar los archivos atesorados en la provincia, que guardan
evidencias de la participación de los matanceros en hechos y fenómenos de creación musical, sobre todo de
aquellos géneros reconocidos como patrimonio de la nación cubana.
