Por Luis Pérez “Simpson”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 55 (Septiembre, 2014)
Dentro de
los años que llevo inmerso en el ambiente danzonero en México, me ha tocado
escuchar a algunos de esos “pseudoprofesores de danzón”, así como a ciertos
bailadores de este ritmo e inclusive, hasta el director de una afamada
Danzonera, que con una aparente “seguridad” afirman que el danzón proviene de
la mezcla de dos palabras “danz” danza y “zon” relativo al son cubano, nada más
falso que semejante declaración, ya que la palabra danzón es un aumentativo
de la palabra danza (y que ciertamente este ritmo fue el precursor del
danzón) tal y como se llamaba un ritmo bailable en Cuba, dicha danza
evolucionó aumentando sus partes formativas extendiendo su tiempo de baile por
lo que la gente empezó a decir “eso no es una danza , es un danzón”. Sin
embargo no podemos negar que existe en los bailadores de danzón la clara
percepción de una sutil hibridez compuesta de dos ritmos contenidos en
los danzones que generalmente bailamos en los salones de baile y plazas aquí en
México.
Esta hibridez musical significa que está formado por elementos de distinta naturaleza u origen y en esto que llamamos danzón se manifiesta, por un lado el Danzón como ritmo base y por otro lado el Son como ritmo incrustado. Esta exquisita hibridez nació en 1910 con el danzón titulado “El Bombín de Barreto” compuesto por el maestro y revolucionario del danzón, José Urfé, quién le adicionó el Son Cubano al Danzón en su tercera parte bailable o “tercer danzón” (como algunos musicólogos lo nombran) que es la parte más movida “El Montuno” y aquí viene la pregunta polémica, ¿debió seguirse llamando danzón a este híbrido compuesto por Danzón y Son?.
Resulta obvio que existen argumentos en pro y en contra para responder a semejante cuestionamiento, pero lo que sí es un hecho, es que estamos bailando un ritmo hibrido que bien se podría clasificar como “Danzón-Son” ó “Son-Danzón”, algo alejado a la idea y propuesta musical de los pioneros del danzón como Miguel Failde Pérez.
La incrustación del Son al Danzón marcó una nueva época proporcionándole nuevos bríos a esta nueva forma de interpretar el Danzón, logrando mucha aceptación, popularidad y lo más importante fue su propia supervivencia, pero, ¿ todo esto a cambio de qué?, simple, a cambio de la pérdida de su “virginidad”, valga la expresión, además de la pérdida de su integridad, en otras palabras, la definitiva pérdida de su impoluta esencia original, misma que duró 31 años desde que el maestro Miguel Failde Pérez creara el primer danzón instrumental que se dio a conocer de manera oficial cuyo título es “Las alturas de Simpson” el 01 de enero de 1879 .hasta la creación del danzón “El Bombin de Barreto” estrenado el 11 de diciembre de 1910.
Posiblemente otros compositores se dieron cuenta de esta hibridez del danzón y optaron por lo más justo, es decir, dando otro nombre a los “híbridos del danzón”, por ejemplo el gran músico y compositor matancero Aniceto Díaz, quien en 1929 creó el Danzonete, un hibrido resultante de la fusión del Danzón y la Guaracha siguiendo la propuesta musical de José Urfé, pero sustituyendo el Son Montuno por una Guaracha Cubana y agregándole letra con la típica temática de la Guaracha, posteriormente surgieron otros híbridos del danzón como el Danzón de Nuevo Ritmo, el Danzón-Cha, y el Danzón- Mambo, etc.
Finalmente, considero importante mencionar las palabras que con relación a lo hibrido del danzón, el maestro e investigador Jesús Flores y Escalante (qepd), en su libro “Imágenes Del danzón, iconografía del danzón en México” cita lo siguiente, “…en México no se baila danzón sino Son montuno ó Danzonete”, frase contundente y precisa que va a dejar en el desasociego a muchos bailadores y “pseudomaestros de danzón”. Como dato adicional tuve cierta mañana, la oportunidad de escuchar en la voz del maestro Jesús Flores Escalante en su programa radiofónico de la XEB, “Corazón Urbano” diciendo la misma frase pero omitiendo lo de “Son Montuno”, pero Usted amigo lector tendrá la última palabra al respecto.
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