Por Luis Pérez “Simpson”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 62 (Abril, 2015)
Uno más de tantos vicios y perversidades que el danzón coreográfico teatrero ha transportado a los Salones de Baile son justamente los famosos “remates espectaculares” o “salidas”, en especial del tipo abierto, daría la impresión que el baile de danzón tiene como uno de sus objetivos “rematar” de manera sistemática dando un énfasis o adorno a los últimos compases de cada uno de los tiempos bailables del danzón, lo más grave es la obsesión y obstinación de efectuarlos en el salón de baile como si se estuviera realizando una de esas tantas indigestas coreografías grupales que se escenifican en los teatros, seguiré insistiendo, el danzón no es un baile de teatro, es un exquisito baile de salón, mismo que se diseñó para el disfrute de la pareja, es el danzón el baile alcahuete por excelencia, es sensual, lúdico, cadencioso, cumbanchero y hasta nos provoca adicción.
Pero que pasa, el danzón coreográfico, hijo predilecto del nuevo academismo de principios de los 90’s, que por una parte tuvo el atino de hacer resurgir al danzón, pero por otra parte y en aras de ganar espectacularidad, exhibicionismo y elitismo, ha cometido serias agresiones al verdadero baile de danzón quitándole parte de su esencia donde los “indispensables remates espectaculares” son una prueba clara de este tipo de irresponsabilidades, es estar enviando estos vicios a los salones de baile, de hecho cuando ejecutamos ya sea en un salón de baile o plaza pública esas entradas abiertas y remates abiertos, estamos siendo cómplices y víctimas de una escena coreográfica similar a la que vieron o ejecutaron en el teatrito y lo dan como una regla del danzón, tan perverso es esto que el danzón ha ganado adeptos, pero, desgraciadamente no ha podido hacerse popular, ni lo será mientras este fenómeno siga existiendo, la gente del pueblo no lo adopta por dos razones principales, unos lo ven complicado (entradas abiertas, pausas donde se queda la pareja como estatuas de marfil, los remates espectaculares, etc) y otros hasta lo consideran ridículo.
Ahora vayamos al terreno de juego que es el salón de baile. Quien no ha visto a parejas sobre todo al caballero buscando el remate, preocupado por no caer fuera de tiempo y forma en cada finalización del tiempo bailable o en qué momento lo sorprende súbitamente el momento de rematar y todavía peor hacer un remate abierto espectacular del tipo “Titanic con abanico abierto” y la música continua (“trágame tierra” es lo primero que pensamos ya que “sin querer queriendo”, las damas también nos “califican” por la forma de rematar y por el número de “remates fallidos”), esto sucede con mayor frecuencia en esos danzones que suelen llamarse “irregulares” y que en ocasiones tienen uno o varios “falsos remates” como se conocen en el medio danzonero.
Pero esto no es todo, es tal el culto al remate abierto espectacular”, que en no pocas ocasiones el fallar uno de estos vicios coreográficos.se convierte en motivo de discusión y enojo en la pareja, verdaderas escenitas me ha tocado ver y vivir, como si fallar uno de esos remates se cometiera un imperdonable “peccatum mortale”, sepan bien que nadie, ni los mejores profesores de danzón se han salvado de fallar uno que otro remate, inclusive hasta dos veces en el mismo danzón, me consta, pero ellos en vez de disgustarse o reclamarse, se ríen mostrando al menos una buena actitud (no pasa nada, nadie se ha muerto por un remate fallido), recuerden que el danzón es lúdico por naturaleza y no una prueba de capacidad o un rompecabezas, no es necesario hacer esos remates espectaculares teatrales en un salón de baile, basta y sobra con dejar de bailar para cumplir con el ritual de respetar las pausas que su objetivo original y primordial es platicar con la pareja, el coqueteo directo y refrescarse un poco, cosa que en la actualidad ya difícilmente se practica por el perverso ejemplo de la irrupción formas propias de la coreografía teatral en los templos del buen bailar.
Habrá maestros de danzón que te podrán enseñar cientos de formas y estilos de rematar, ya sean cerrados, abiertos, semi abiertos, tangueados, etc., pero ningún maestro ni nadie les va a enseñar un método o una “receta universal” para saber cuándo rematar y menos tratándose “danzones irregulares”. La preparación del remate es intuitivo y se puede mejorar a base de mucha práctica, escuchar muchos danzones de diferentes tipos, tener muy buen oído, saber el tipo de danzón, el estilo del compositor o arreglista, la forma de interpretación de la orquesta o Danzonera, y hasta la nacionalidad del danzón, ahora, para los danzones irregulares francamente, no hay de otra más que aprendérselos de memoria e identificarlos, algunos bailadores muy duchos en la materia lo intuyen y hasta le atinan.
Pero, ¿Cuál es el objeto del remate espectacular en el danzón?, veamos:
En el Teatro (ambiente artificial para el danzón), el remate espectacular es completamente justificable, se vale hacer todo tipo artificios dancísticos, coreográficos y hasta dramáticos para ganarse la aceptación del respetable público, ya que cada remate es una invitación al aplauso en automático, cada vez estos remates son más espectaculares y acrobáticos para destacarse entre los demás grupos participantes, al fin y al cabo esas muestras teatrales son en sí un concurso disfrazado, espacio digno para cultivar la vanidad, arrogancia, soberbia, el engaño y aburrimiento del respetable público.
En un Concurso de Danzón (el 90% amañados), no solamente es justificable sino necesario, el remate en estos certámenes es un recurso fundamental, fallar un remate es equivalente a una caída en una pelea de box, el concursante que falla un remate puede ya darse por eliminado de la competencia. El remate en tiempo, forma, elegancia dan un gran “peso específico” para que los “jueces” determinen su “veredicto”, tal y como dijera el maestro Jesús Ramírez, “El Muerto”, leyenda y ganador de múltiples concursos de baile y juez de concursos, a quien alguna vez se le preguntó ¿en que es en lo que más se fijan los jueces?, su respuesta fue contundente, en “El Remate”.
En el Salón de Baile, que es el autentico hábitat del danzón, debemos tener siempre en cuenta de que ni estamos en el teatrito para que el público nos vea y aplauda, ni estamos en un concurso amañado ante un tribunal de jueces. En estos recintos hoy en día, los remates sobretodo los “espectaculares abiertos con desplazamientos hacia el frente hasta de metro y medio”, resultan un reto, una obsesión y hasta provocan placer, tanto que generalmente dan por resultado arrogancia del que lo hace bien (noten esa mirada de satisfacción), humillación para los que fallan, es más, me ha tocado ver bailadores que cuando les sale un remate “difícil” propio de un danzón irregular y poco conocido (de hecho ya lo ensayaron muchas veces en casita), saltan, gritan, levantan los brazos casi invitando a los “vencidos” para que hagan la ola, y luego nos preguntamos porque la gente ajena al danzón al ver estas actitudes nos califica de soberbios y ridículos.
Para finalizar, considero pertinente hacer una aclaración, más bien una confesión, estimados lectores, yo también he caído en este “vicio” (tengo formación académica) y efectúo los remates casi invariablemente en el salón de baile, ya que de no hacerlos me expongo a causarle un disgusto o confusión a la dama, pero, lo que sí procuro es hacer “remates cerrados cortos” que son discretos, ocupan menos espacio, tienen menos dosis de vanidad y en ocasiones sí los hago de forma abierta, claro, solamente en el “montuno” siempre y cuando tenga espacio suficiente para realizarlo sin invadir el correspondiente a otras parejas a fin de evitar los desagradables “choques”.
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