Por Luis Pérez “Simpson”
Extracto del Boletín Danzón Club No. 63 (Mayo, 2015)
Relato basado en una escena “imaginaria” en un Salón de Baile de Ciudad Cosmopolita justo en el momento en que cada integrante de la Orquesta Danzonera acomoda su respectiva “particella” para ejecutar un danzón:
Súbitamente, entra en escena Inocencio, un misterioso caballero impecablemente vestido, portando zapatos de dos colores “dizque pa’’” impresionarlas y, sin más preámbulo se aproxima a una de esas damas ampliamente conocedoras de los secretos del baile de salón, obviamente el audaz caballero ya ha seleccionado a su “victima”, la sensual Barbarita quien de reojo y con un agudo olfato femenino percibe el intenso aroma “7 machos” del aventado caballero Inocencio quien ya estando frente a ella le extiende la mano diciendo “¿bailamos?”, a lo cual Barbarita mirándolo de pies a cabeza le responde, “¿baila danzón?”(1), respuesta que desconcierta un poco a Inocencio quien de inmediato al estilo Cantinflas y con voz firme y segura contesta “pero, pos, si es mi mero fuerte, yo lo bailo en un ladrillo y me sobra terraplén” (2), Barbarita hace un discreto mutis, acepta la invitación y delicadamente toma la mano de Inocencio, quien, con un semblante propio de un pavorreal de hacienda, la lleva hacia la sagrada pista de duela. Hasta aquí todo era miel sobre hojuelas, sin embargo a los primeros acordes del danzón, la experimentada Barbarita se da cuenta que el audaz caballero ni lleva bien el compás, ni sabe conducirla, lo que la enfurece y sin esperar a que termine el primer tiempo bailable del danzón “Suave”(2), suelta al caballero y se dirige de manera apresurada a su asiento, Inocencio gravemente ofendido y herido en su amor propio la sigue exigiéndole una explicación ya que nunca le habían hecho semejante humillación, Barbarita sintiéndose engañada y sin detener el paso le responde entre dientes “usted me dijo que bailaba danzón ”, el pobre bailador Inocencio bastante confundido y humillado no le queda otra más que retirarse, lo más alejado posible de esa sensual bailadora fulminante, la mentada Barbarita.
Esta escena imaginaria tiene un curioso antecedente ¿lo quieren saber?, bien, pues, remontémonos un año antes de este penoso incidente:
Nuestro audaz bailador Inocencio, tuvo la desgracia de tomar durante todo un año “clases de danzón” con uno de esos “pseudo-profesores de cuadro y columpio” que tanto abundan en todo el país. A Inocencio se le veía dos veces por semana practicando sobretodo memorizando pasos y más pasos con sus respectivos nombres (algunos de ellos inspirados en los accesorios propios de un taller mecánico) para su pronta aplicación. Durante ese largo año Inocencio, sus compañeros y compañeras se la pasaron practicando pasos y figuras sobre un solo danzón grabado por ¿quién creen?, adivinaron, por “La Intergaláctica Danzonera Facilita”, ah, pero al final de ese año, le llegó a nuestro personaje “Inocencio bailador” el “premio mayor” de todo alumno inscrito con ese “pseudo-profesor de cuadro y columpio”, es decir su profesor, Don Falsario Alegría lo “seleccionó” para participar en el montaje de una “indigesta coreografía rutinaria teatral”, (nunca se dio cuenta que lo estaban preparando para ese montaje), y ¿en donde creen que fue la puesta en escena?, pues nada más y nada menos que en el histórico y tradicional teatro citadino , “El Gran Teatro Guiñol” donde al final de su “numerito” les llegó un nutrido y prolongado aplauso, ingredientes para la emancipación de nuestro audaz bailador motivándolo a “partir el queso” en un salón de baile con el resultado ya descrito.
Cualquier parecido con algún hecho ocurrido o que les hayan platicado, sería mera coincidencia.
Amigos y amigas, cuidado, esos “pseudo-profesores de cuadro y columpio” que solo te van a enseñar pasos, pero nunca te van a enseñar a bailar, haciendo un símil, es como enseñarte a nadar con flotadores y en la tina de baño, ya se podrán imaginar cuando de repente y sin flotadores tienen que nadar contra corriente sobre aguas turbulentas, ya ven lo sucedido a nuestro audaz bailador con la encantadora y sensual Barbarita.
Por eso, es fundamental aprender a “nadar” sin flotadores, es decir a bailar, pero, lo que se llama bailar, siempre pregunten a sus maestros, no se queden con ninguna duda, pregunten cómo se realiza el “mando” para cada paso de baile que les pongan, esto, es muy importante para saber conducir a cualquier pareja incluyendo a Barbarita, pregunten por los diferentes tipos y estructuras del danzón, no se encasillen en una sola, soliciten (quizá sea mucho pedir) que les den principios de teoría musical, investiguen sobre la trayectoria y sobre todo la experiencia didáctica de su profesor y una cosa importante, no siempre los buenos bailadores saben enseñar, ojo!.
Es muy triste ver grupos que se quedan mudos, no hacen preguntas, pareciera que el profesor es un Ogro, pero piensen que están pagando por aprender a bailar, están invirtiendo tiempo que es un recurso no renovable, no se conviertan en simples “coleccionistas de pasos”, brinquen en el momento justo y apropiado las trancas del redil académico, sus profesores se sentirán plenamente satisfechos de verlos desempeñarse como buenos bailadores en un salón de baile y como se dice “al son que les toquen bailan”.
Busquen buenos profesores, me consta que sí los hay, profesores completos en teoría y práctica, profesores que han formado auténticos bailadores de salón a prueba de cualquier Barbarita que se les presente.
Notas:
(1).- Pregunta que le formula la actriz puertorriqueña, Mapy Cortes, en el papel de “La Criollita” a Cantinflas, protagonizando “El agente 777” en la película El Gendarme Desconocido dirigida por Miguel M. Delgado, en 1941.
(2) .- Frase célebre que en respuesta a la pregunta de La Criollita, pronuncia Cantinflas en esa misma escena de la película El gendarme desconocido.
(3).- El danzón “Suave” interpretado por la orquesta dirigida por el músico puertorriqueño Rafael Hernández conocido con el sobrenombre de “El “Jibarito” en la misma escena referida y bailado por Cantinflas y Mapy Cortes.
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