Amigos Danzoneros:
En mi búsqueda de información relacionada al Danzón, he encontrado este texto publicado en el 2006, en el sitio El Habanero Digital, de Cuba, en el cual se describen algunos aspectos de los orígenes del danzón. Espero sea de su interés.
DanzoneroX
26 de Febrero de 2011
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El danzón en La Habana
Por Luis César Núñez González
[13.04.2006]-Actualizado 8:30 am de Cuba
Nuevamente la provincia es sede del Festival Internacional Danzón-Habana Aunque se afirma que a La Habana llegó el género con posterioridad a 1879, año que para muchos es el primero en su historia, partiendo del estreno de Las alturas de Simpson, por Miguel Faílde, en Matanzas, si nos detenemos en el Diccionario de la Música Popular Cubana, de Helio Orovio, y buscamos lo relacionado con Raimundo Valenzuela, quien nació en San Antonio de los Baños el 23 de enero de 1848 , encontramos un dato que merece una reflexión, pues se afirma que al morir Juan de Dios Alfonso, hecho que en la correspondiente ficha se sitúa en 1877, Valenzuela fue designado director del grupo danzonero que este dirigía y del que también formó parte su hermano Pablo. De ahí la necesaria interrogante, ¿Se escuchaban danzones en La Habana antes de 1879?
Hay otros hechos sobre los cuales no existen dudas.
Hubo en La Habana varias agrupaciones que en el siglo XIX contribuyeron a difundir el danzón; en la zona Este fueron: La del Maestro Pepe (José Timoteo Morales), junto a las de Nicolás González, José Travieso, Pedro Rojas (Perico), Domingo Gamboa, Juan de Dios Alfonso y Félix González. Hacia el Occidente, el ya citado Raimundo Valenzuela y Aurelio Gómez Jardín realizaban similar labor. Llegó la obra del segundo, lamentablemente poco conocido, más allá de nuestras fronteras, pues su danzón Artemisa, dedicado al pueblo donde nació, llegó a formar parte del repertorio de la Banda Militar de la ciudad de Lambayeque, Perú, cuando esta era dirigida por Ricardo Flores Vizcarra.
Siguiendo un orden cronológico encontramos que en 1906, al iniciarse las grabaciones discográficas en Cuba, la Banda Municipal de La Habana grabó para el sello Zone O Phone, un danzón compuesto por Gabriel Cisneros cuyo título es Alquízar. La génesis del mismo está dada por el hecho de que aquellas orquestas que visitaban algunos municipios reiteradamente, incluían en su repertorio piezas dedicadas a los mismos. Gabriel Cisneros dirigía una orquesta y, evidentemente, para corresponder a la aceptación a que era acreedor allí, compuso un danzón cuyo título es el nombre de este pueblo.
En los inicios del siglo XX, el danzón experimenta transformaciones, asimilando otras formas como canciones y guarachas. Toda una familia habanera, la Urfé, de Madruga, es esencial protagonista de un segmento de la historia del género. A partir de su componente esencial, José, su hermano, el clarinetista Jesús y sus hijos Odilio, Orestes y José Esteban.
Debe destacarse la trascendencia de la que sin lugar a dudas fue la pieza creada por José Urfé, El Bombín de Barreto.
Años después, en 1911, Antonio María Roméu, vencida la etapa en que actuó como pianista, formó su propia orquesta., con la que ganó enorme popularidad.
Fueron varios los aportes de Roméu al danzón, dio nacimiento a un estilo singular en la interpretación, fijando la posterior trayectoria de este género. Súmese a ello su contribución como autor. Sobre un viejo son, compuso Tres Lindas Cubanas, su obra de mayor difusión.
Un año después, y en Güines, nace otra agrupación danzonera, la Orquesta Estrella.
Continuando la práctica ya mencionada de homenajear a los pueblos donde actuaban, las agrupaciones de la Capital, en la década de los 40 del siglo XX, surgieron otras piezas dedicadas a instituciones recreativas de Alquízar y Güira de Melena, compuestas por los hermanos Israel y Orestes López, integrantes de la orquesta danzonera de Antonio Arcaño.
No ha existido un segmento en la historia habanera en que el danzón no formara parte de su vida musical. Agrupaciones como las orquestas Cheo Belén Puig, Antonio María Roméu, Gris, Belisario López, Maravilla del Siglo, Melodías del 40, Arcaño y sus Maravillas y otras pueden dar fe de la pasión que sentimos los habaneros por el danzón.
Amplio ha sido el trabajo desplegado por los clubes de Amigos del Danzón en La Habana, por lo que puede afirmarse que no ha concluido ese capítulo de nuestra historia. Este Festival es una muestra de ello. El recuerdo de los que hoy hemos mencionado sustenta nuevos compromisos. Que el recuento se amplíe y otras generaciones puedan hablar de lo que hacemos actualmente.
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